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¡Una espina en mi carne…!

Creo que si no todos, sí la mayoría ha tenido la bendición de disfrutar un alimento cuya proteína es un atractivo y exquisito pescado, y eso que hasta ese momento todavía no sabemos cuántas peligrosas e invisibles espinas contiene; esas que muchas veces en medio de nuestro voraz apetito se nos cuelan y terminan echando al traste lo que sería el mejor momento de nuestro día. ¿Te ha pasado? ¡A mí sí!

Cuando he vivido ese peligroso y asustador momento mientras pierdo mi apetito, no dejo de recordar lo que en una ocasión escribió el apóstol Pablo:

…Aun cuando he recibido de Dios revelaciones tan maravillosas. Así que, para impedir que me volviera orgulloso, se me dio una espina en mi carne, un mensajero de Satanás para atormentarme e impedir que me volviera orgulloso. 2Corintios 12:7

La verdad sea dicha, no sé exactamente cuál era la espina en la carne de Pablo. Una cosa sí tengo clara y es que Pablo consideraba que le venía de satanás, y reconocía a la vez que Dios lo había permitido y pensaba usarlo para su propia Gloria.

Cierto es también que en medio de la debilidad resultante de esta aflicción podía manifestarse el Poder de Dios con toda su potencia. Créame que siempre ha sido así. Los que somos hijos de Dios, en el curso de la historia podemos decir que el Poder sustentador de Dios es de lejos mayor, que la capacidad de satanás para afligirnos y abatirnos.

Creo que todos los creyentes en Cristo Jesús debemos aprender que en nuestra debilidad se manifiesta el Poder y la Gracia de Dios.

Además creo que Pablo nos hace una precisión más contundente al resaltar que lo más común es que la humanidad se vanagloria de sus triunfos y logros, mientras que él lo hace desde sus sufrimientos.

Pablo había tenido una visión del paraíso extremadamente grandiosa, y si hiciera alarde de ello, no sería un necio, sino que estaría contando la verdad. Sin embargo, es capaz de darle la vuelta a esta vanagloria mostrando que la grandeza de la visión le creó un problema de orgullo del que Dios se tuvo que ocupar.

Como siempre lo repito una y otra vez, Dios tiene un Plan y un Propósito en todo y este caso no es la excepción.

El versículo empieza y acaba con el propósito de Dios al querer humillar a Pablo. Lo que satanás pretendía hacer para mal, Dios lo convierte en bien.

Ahora bien, ¿cuál crees que debe ser nuestra respuesta? Personalmente creo que debe ser la misma de Pablo quien responde al doloroso tormento de la espina de forma natural: le pide al Señor que se la quite. Sin embargo, recibe una respuesta inesperada en otra Visión, Jesús no quitó la espina, porque extrañamente la solución de Dios al sufrimiento terrenal no consiste

en eliminar las pruebas para convertir la tierra un paraíso. Su respuesta al sufrimiento es darnos más – al menos así lo deja entrever Pablo – “Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”

¿Tienes tu propia espina?

¿Sabes cuál es esa espina?

¿Puedes entender por qué Dios permite que tengas tu propia espina?

Espero que te quede claro que el Paraíso no es aquí en la tierra.

Mi deseo es que con espina y todo te gloríes en el Señor y en el Poder de su Fuerza.

Recuerda que con espinas y todo, el pescado siempre nos agrada más.

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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