Los acrósticos, esos que se trazan de manera vertical sobre una palabra, siempre fueron usados para escribir pequeños y sinceros poemas que expresaban admiración, amor, reconocimiento o elogios a una persona que es muy importante para quien los escribe.
Observando de manera somera el capítulo treinta y uno de proverbios me doy cuenta la huella indeleble que deja una madre, cuando con sabiduría da consejos a sus hijos. Dichos consejos suelen convertirse en motivo de inspiración para que sean ellos (los hijos), y no los forasteros quienes se desborden en palabras que seguramente ella va a guardar en su corazón como tesoro.
Veamos algunos de esos consejos:
Pro 31:1 Los dichos del rey Lemuel. Oráculo mediante el cual su madre lo instruyó:
Pro 31:2 «¿Qué pasa, hijo mío? ¿Qué pasa, hijo de mis entrañas? ¿Qué pasa, fruto de mis votos al SEÑOR?
Pro 31:3 No gastes tu vigor en las mujeres, ni tu fuerza en las que arruinan a los reyes.
Pro 31:4 »No conviene que los reyes, oh Lemuel, no conviene que los reyes se den al vino, ni que los gobernantes se entreguen al licor,
Pro 31:5 no sea que al beber se olviden de lo que la ley ordena y priven de sus derechos a todos los oprimidos.
Pro 31:6 Dales licor a los que están por morir, y vino a los amargados;
Pro 31:7 ¡que beban y se olviden de su pobreza! ¡que no vuelvan a acordarse de sus penas!
Pro 31:8 »¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! Pro 31:9 ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!»
Pro 31:10
El rey Lemuel, que no es otro que el mismo Salomón (Lemuel significa: “que pertenece a Dios” o “consagrado a Dios”) después de oír a su mamá darle consejos y de observar su abnegado trabajo, le escribe el siguiente acróstico sobre la base del alefato hebreo:
Acróstico a la mujer ejemplar
Álef
Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas! Pro 31:11
Bet
Su esposo confía plenamente en ella y no necesita de ganancias mal habidas. Pro 31:12
Guímel
Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida. Pro 31:13
Dálet
Anda en busca de lana y de lino, y gustosa trabaja con sus manos. Pro 31:14
He
Es como los barcos mercantes, que traen de muy lejos su alimento. Pro 31:15
Vav
Se levanta de madrugada, da de comer a su familia y asigna tareas a sus criadas. Pro 31:16
Zayin
Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo. Pro 31:17
Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo. Pro 31:18
Tet
Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara en la noche. Pro 31:19 Yod
Con una mano sostiene el huso y con la otra tuerce el hilo. Pro 31:20
Caf
Tiende la mano al pobre, y con ella sostiene al necesitado. Pro 31:21
Lámed
Si nieva, no tiene que preocuparse de su familia, pues todos están bien abrigados. Pro 31:22
Mem
Las colchas las cose ella misma, y se viste de púrpura y lino fino. Pro 31:23
Nun
Su esposo es respetado en la comunidad; ocupa un puesto entre las autoridades del lugar. Pro 31:24
Sámej
Confecciona ropa de lino y la vende; provee cinturones a los comerciantes. Pro 31:25
Ayin
Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir. Pro 31:26
Pe
Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor. Pro 31:27
Tsade
Está atenta a la marcha de su hogar, y el pan que come no es fruto del ocio. Pro 31:28
Qof
Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba. Pro 31:29
Resh
«Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas.» Pro 31:30
Shin
Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al SEÑOR es digna de alabanza. Pro 31:31
Tav
¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras!
Por las circunstancias que vivimos en el mundo, es posible que no hayas comprado un regalo a mamá, pero te sugiero que hoy tomes el nombre de tu mamá lo escribas de manera vertical y le dediques a través de un acróstico, palabras que con plena seguridad ella va a guardar en su corazón, allí donde no se pueden guardar muchos regalos, pero los que allí se guardan, no se van a desgastar y mucho menos nadie se los podrá robar.
Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor