El mundo hoy anda afanosamente buscando los mecanismos y teorías de la auto-ayuda con el fin de superar sus miedos, vacíos y necesidades emocionales y espirituales.
Leer Salmo 40:17
La gente se niega al dolor, al sufrimiento, al error y pretenden ser súper humanos que se hacen a la imagen del que mejor hable o mejor enseñe “cómo cambiarse a sí mismo”.
Todos los días hay un libro, vídeo, conferencia, seminario, revista y doctrina que da los pasos para ser rico, sano, próspero y famoso.
Pero como ya lo dijo el Rey David hace unos 3000 años, la aflicción, el dolor, la angustia, los problemas, la escasez y lo que se siente en esta vida humana, es inevitable. David recurrió a una verdad de fe y es que mientras él pasaba por tantas turbulencias Dios seguía pensando en él.
La auto-ayuda envanece haciéndole creer a la gente en su absoluta independencia y que en ellos está la solución a todo, y cuando ya el individuo se cansa y se frustra por los intentos que hizo de todo lo que le dijeron que debía hacer para lograr ser mejor y no pudo, el sentimiento de fracaso es peor que al principio.
Las personas no pueden cambiarse a sí mismas. Jesús llama a los creyentes a una relación en la que son transformados.
Cuando Él es el centro y más aún, el TODO de nuestra vida, esto es, —cuando leemos con entusiasmo las Sagradas Escrituras, oramos pidiendo que se haga su voluntad, y procuramos andar en su senda— cambiamos positiva y permanentemente.
La Ayuda Divina es la única que puede generar una transformación absoluta, porque ella parte del principio del arrepentimiento y el volverse a Dios como base de la liberación que sólo Jesús puede dar.
El Apóstol Pedro afirmó:
Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor, enviándoles el Mesías que ya había sido preparado para ustedes, el cual es Jesús. Hechos 3:19-20
Este es un buen día para buscar y depender de la AYUDA DEL SEÑOR.
Rvdo. Nicolás Ocampo M.
Pastor