La Biblia dice:
”Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con Él, también tendremos parte con Él en Su Gloria.” (Romanos 8:17 NVI)
La Garantía de la Resurrección
La Resurrección del Señor Jesús no es solo un evento histórico asombroso; es la garantía firme y palpable de que la promesa de Dios es real. Es el acto definitivo que sella la Herencia que Dios tiene reservada en el Cielo para todos los que aceptan el mensaje del Evangelio de Su Hijo.
Pero, el apóstol Pablo nos lleva un paso más allá en nuestra comprensión de este regalo: no solo somos herederos de Dios, sino también coherederos con Cristo. Y es justo ahí donde reside una verdad poderosa.
Para entenderlo mejor:
1. La Herencia: Vida en el Más Allá.
En primer lugar, Pablo (junto con Pedro en 1 Pedro 1:3-5) confirma que existe una vida en el más allá, una realidad con características gloriosas que disfrutarán quienes entreguen su vida al Señor Jesús. A esa vida celestial la llama la Herencia: indestructible, incontaminada e inmarchitable (1 Pedro 1:4).
2. El Requisito: Presentarse con Jesús.
En segundo lugar, la palabra “coherederos” implica una verdad asombrosa: para recibir nuestra parte de la Herencia, debemos presentarnos junto a Jesús el Señor ante el Padre. Un coheredero es alguien que tiene los mismos derechos y los mismos deberes frente a la reclamación de una herencia.
Medita en esto:
* Jesús no reclamó solo: Fue Él quien venció a Satanás, al pecado, al mundo, a la muerte y a todo enemigo de Dios. Pudo haberse presentado solo para reclamar Su triunfo, pero no lo hizo. ¡Él le está esperando! Jesús triunfó para compartir Su victoria. Él nos espera para el día del encuentro Glorioso (1 Tesalonicenses 4:17).
* Nosotros no podemos reclamar solos: De la misma manera, nadie podrá presentarse a reclamar la Herencia si antes no acepta a Jesús como Su Señor.
Ser coheredero con Cristo significa que Él, en Su inmenso amor, comparte con Su Iglesia, con cada uno de nosotros, el fruto de Su triunfo frente al pecado y la Herencia Gloriosa que el Dios y Padre ha preparado y reservado.
3. La Paradoja del Sufrimiento.
El versículo culmina con una condición y una promesa: “pues, si ahora sufrimos con Él, también tendremos parte con Él en Su Gloria.”
Vivir para Jesús, además de ser sensato, es absolutamente conveniente. Romanos 8:18 dice que los sufrimientos de este tiempo no son comparables con la gloria que en nosotros ha de manifestarse.
Todo sufrimiento que vivamos en el mundo actual es incomparable con la Gloria de la Herencia que nos espera. Nuestro sufrimiento por causa de la fe es la pequeña “inversión” que valida nuestra posición como coherederos que comparten la vida de Cristo, incluso Sus padecimientos (Hebreos 12:4).
Para meditar:
Si somos coherederos, significa que nuestra unión con Cristo es total y eterna.
* ¿Estás viviendo hoy de una manera que honre la posición de coheredero que Cristo te ha dado?
* ¿Estás permitiendo que los sufrimientos pasajeros de esta vida te distraigan de la Gloria Incomparable que te espera?
Oración:
Padre Celestial, te doy gracias porque no solo me llamaste a ser hijo, sino a ser coheredero con tu Amado Hijo Jesús. Ayúdame a vivir cada día consciente del valor de esa Herencia, a compartir Su sufrimiento con gozo y a mantener mis ojos fijos en la Gloria Indestructible que nos espera.
Te lo pido en el Nombre precioso del Señor Jesús y en el Poder de tu Espíritu Santo, Amén.