He leído una y otra vez la historia de los inicios de la iglesia en el Libro de los Hechos de los apóstoles y varias cosas me han quedado claras pero, al recibir las clases de la Iglesia Infantil, me doy cuenta de algunos detalles que han sido fundamentales en mi crecimiento espiritual,
entre otras cosas porque la iglesia en sus inicios tuvo que enfrentarse a no pocas dificultades, siendo una de ellas la persecución. ¿Por qué me atrevo a hacer dicha afirmación? Porque la expansión del verdadero cristianismo fue un resultado directo de la persecución. Resulta que en el mismo día en el que el joven Esteban se convirtió en el primer mártir cristiano, se desató una violenta persecución en Jerusalén. Los cristianos que habitaban en dicha ciudad se esparcieron a través de Judea y Samaria, proclamando el Evangelio por donde quiera que fueron.
Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban. Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén, y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entrando de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.
Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. Hechos 8:1-4
Pues resulta que en la actualidad, y sobre todo en estos primeros 20 años de este siglo XXI, ha habido una persecución pasiva y otra activa hacia la iglesia, como nunca antes había ocurrido.
En primer lugar, la persecución pasiva, la ha desatado el mismo pueblo de Dios contra sí mismo y de eso, el mundo ya empezó a darse cuenta. ¿No le parece a usted que el hecho que nos trencemos en discusiones inútiles, no evangelicemos, no nos atrevamos a rendirle culto al Señor, entre otras fatales “acciones”, sean la materia prima suficiente como para que la iglesia haya caído en un profundo sueño; de esos que como una princesa encantada, damos la apariencia de estar vivos, pero en realidad estamos muertos, mientras que por parte de este sistema mundanal se desata la persecución activa, por parte de los diversos ámbitos de la sociedad, desde lo oficial hasta lo industrial y comercial?
Hay movimientos que como el progresismo y el nacionalismo se presentan como las soluciones a los problemas de este mundo, pero no son otra cosa que un lobo vestido de oveja, y lo único que hace es tratar desde las tinieblas alcanzar que la gente simpatice con la maldad, y de esa manera desatar por lo menos dos tipos de persecución, la una, desde las tinieblas intentando opacar la Luz del Evangelio y la otra adoctrinando a la humanidad para que empiece a darle calificación AAA a lo malo, y al contrario, que rechacen lo bueno y mostrarlo como malo.
Sabemos claramente que algún día el Señor emitirá un severo juicio sobre los que así proceden, como nos lo anticipa el profeta Isaías:
¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! Isaías 5:20
Mientras tanto, me pregunto: ¿Y la iglesia que está haciendo para sobrevivir ante la avalancha de oscuridad que se cierne sobre la tierra?
Creo muy oportuno que no debemos llorar por tantos momentos difíciles que nos ha tocado vivir, al contrario, debemos ser evangelizadores esforzados como Felipe, quien con su abnegación y entrega, sirvió como referente a los apóstoles Pedro y Juan quienes viajaron para unirse a él en el desarrollo de la visión de predicar el Evangelio del Señor Jesús contra toda oposición.
A partir de hoy, piensa bien si vale la pena evangelizar y discipular, o nos estancamos a observar cómo la tormenta del mal avanza amenazante intentando destruir lo que con tanto esfuerzo y a riesgo de sus vidas, hicieron los primeros discípulos.
Hagamos memoria de las palabras contundentes del Señor Jesús antes de irse al cielo, desde donde un día muy cercano regresará:
Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. Habiendo dicho esto, mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su vista. Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras él se alejaba. De repente, se les acercaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
—Galileos, ¿qué hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse. Hechos 1:8-11
Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor