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CUIDADO CON LO QUE DECLARAS

La Biblia dice:

Gén 27:11 Pero Jacob le dijo a su madre: —Hay un problema: mi hermano Esaú es muy velludo, y yo soy lampiño.
Gén 27:12 Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme.
Gén 27:13 —Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! —le contestó su madre—. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabritos.
 
Gén 27:46 Luego Rebeca le dijo a Isaac: —Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!
 
​Dios creó el universo y todo lo que existe hablando. En Génesis, vemos constantemente la frase “Y dijo Dios…”. La Palabra tiene poder. Como portadores de la imagen de Dios, nuestras palabras también conllevan una fuerza que a menudo subestimamos, especialmente cuando las dirigimos hacia nosotros mismos o nuestros descendientes.

El pasaje nos confronta con una verdad incómoda: la posibilidad de las maldiciones autoimpuestas. Esto no se trata de magia o superstición, sino de la seriedad con la que Dios toma nuestras declaraciones y de cómo estas pueden abrir o cerrar puertas espirituales en nuestra vida.

1. El Riesgo de las Declaraciones Impulsivas (El Caso de Rebeca)
En Génesis 27:13 la Biblia nos presenta a Rebeca, quien desesperada por asegurar la bendición de primogenitura para su hijo Jacob, declara: “—Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí!—”
Más tarde, en Génesis 27:46 Rebeca expresa un deseo de muerte implícito: “Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!”

Rebeca, una mujer de fe (aunque a veces de métodos cuestionables), pronuncia estas palabras en momentos de ansiedad y manipulación.

Las declaraciones impulsivas o hechas bajo presión emocional pueden tener consecuencias duraderas. En contraste, la Biblia nos enseña a ser lentos para hablar y a reflexionar sobre lo que sale de nuestra boca (Santiago 1:19).

Vale la pena preguntarnos: ¿Cuántas veces, en un momento de frustración, hemos declarado cosas negativas sobre nuestra salud, nuestras finanzas o nuestro futuro?

Si usted es alguien que constantemente invoca la muerte, declara deseos de morir, habla mal de usted mismo, proclama desgracia sobre su vida, entonces usted se autoimpuso la maldición al invocar al espíritu de la muerte que es enemigo de Dios.

2. La Consecuencia de la Confesión Negativa (El Caso de Israel)
En Mateo 27:25: Ante la insistencia de Pilato, el pueblo judío responde: “—¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —”

En un acto de rechazo al Mesías, el pueblo invoca una maldición sobre sí mismos y sus descendientes. El texto sugiere que esta declaración abrió la puerta a tragedias históricas, ilustrando un principio sombrío: la protección de Dios puede ser restringida por nuestras propias palabras de juicio y desgracia, especialmente cuando las usamos para negar la vida o la bendición de Dios.
​La lección es clara: No podemos hacer confesiones negativas acerca de nosotros mismos. Si constantemente declaramos enfermedad, fracaso, muerte o desgracia, estamos alineando nuestra boca con el enemigo de nuestra alma, el espíritu de la muerte, en lugar de con el Espíritu de Vida que es Cristo.

3. La Oportunidad de Revertir la Maldición (Proclamando Vida):
​El pasaje nos da una vía de escape poderosa. Si hemos estado en la práctica de autoimponernos maldiciones a través de palabras negativas, este es el momento de deshacer esa maldición proclamando vida sobre nosotros:

“No he de morir; he de vivir para proclamar las maravillas del Señor.”
Salmos 118:17

Esta es la declaración que debe reemplazar toda palabra de muerte o desgracia. No es un amuleto mágico ni un mantra, sino una confesión de fe que alinea nuestra voluntad y nuestra boca con la Voluntad Revelada de Dios.

Proclamar vida sobre ti significa:
* ​ Arrepentimiento: Reconocer las veces que has usado tu boca en contra de ti mismo o de la Voluntad de Dios.
* ​ Autoridad: Deshacer específicamente cualquier maldición autoimpuesta, invocando el Poder y la Autoridad del Nombre de Jesús.
* ​ Fe y Propósito: Declarar, como el salmista, que tu vida está dedicada al Propósito de Dios: vivir para proclamar Sus maravillas.
Esto significa: No morirás antes de que tu propósito se cumpla. El diablo no arrebatará tu vida de manera accidental o anticipada, porque has declarado que tu tiempo y tu propósito pertenecen al Señor.

Para meditar:
* ​¿Qué frases negativas o deseos de muerte (incluso en broma) he pronunciado sobre mí mismo o mi situación recientemente?
* ​¿Hay alguna área de mi vida donde mi boca está en desacuerdo con la promesa de Dios?
* ​¿Cómo puedo incorporar la verdad de Salmos 118:17 a mi vida diaria, sustituyendo la queja o la maldición con una declaración de fe y propósito?

Oración
​Padre Celestial, te agradezco por la vida que me has dado y por el poder de tu Palabra. Reconozco que a menudo he usado mis palabras para maldecirme, para declarar derrota o para invocar el espíritu de muerte. Hoy, me arrepiento de cada palabra negativa. En el nombre de Jesús, deshago toda maldición autoimpuesta y proclamo vida, salud, propósito y bendición sobre mí. Declaro: “No he de morir; he de vivir para proclamar las maravillas del Señor.” Que mi boca sea un instrumento de vida y fe para Tu Gloria.
Oro en el Nombre precioso del Señor Jesús y en el Poder de tu Espíritu Santo, Amén.

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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