“Jesús llamó a un niño y lo puso en medio de ellos.
Entonces dijo: —Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el Reino de los Cielos.”
Mateo 18:2-4 NVI
Lastimosamente, el concepto de humildad ha sido relacionado con pobreza, escasez y mendicidad.
Sin embargo, en todas las expresiones en que el Nuevo Testamento nos dice que el Señor Jesús habló de Humildad, se usa la Palabra griega Praús que significa manso, apacible, humilde y pacífico; y no usa la palabra Ptojós que significa pobre, mendigo o pordiosero.
Esto es de vital importancia para entender que la Humildad de la que el Señor Jesús habla nada tiene que ver con el señalamiento social para aquellos que menos poseen.
Así las cosas, lo que el Señor Jesús quiere decir con Humildad se refiere a: la actitud y la acción de quien está dispuesto a renunciar a hacer su voluntad, para ser completa y amorosamente obediente a Dios.
Dicho lo anterior, se es humilde cuando:
- Hay sometimiento a la guía del Espíritu Santo. (Obediencia)
- Mis planes estén de acuerdo con la Voluntad de Dios. (Sujeción)
- Consulto con Dios en oración, toda decisión. (Dependencia)
- Busco y espero pacientemente en la Biblia, la Decisión de Dios. (Me dejo Enseñar)
- Mis expresiones a Dios son de amor y gratitud. (Alabanza y Adoración)
Sin duda alguna, en el Reino de los Cielos no hay cabida para los orgullosos, soberbios y altivos y dado que, en esta vida nuestro carácter está siendo formado para ser dignos de ese Reino, vale la pena tener la actitud de un niño que está siendo instruido porque es enseñable.
“Humildad es agachar la cabeza ante Dios”.
Rvdo. Nicolás Ocampo M.
Pastor