“Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. —¡Veo el cielo abierto —exclamó—, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios!”
Hechos 7:55-56 NVI
Esteban fue uno de los siete diáconos designados por los Apóstoles y la Iglesia de Jerusalén. Su nombramiento tenía como propósito fundamental establecer una sólida obra de servicio dentro de la comunidad de creyentes, como se relata en Hechos 6:1-7.
Fue, además, el primer mártir de la Iglesia. Fue lapidado por su inquebrantable testimonio de fe en Jesús resucitado. El Dr. Lucas, autor del libro de los Hechos de los Apóstoles, describe a Esteban de la siguiente manera: “Esteban, hombre lleno de la gracia y del poder de Dios, hacía grandes prodigios y señales milagrosas entre el pueblo” (Hechos 6:8 NVI).
Ahora bien, mientras debatía con algunos hombres, antes esclavos y ahora “libres” en términos humanos, Esteban fue arrestado y sometido a un juicio injusto que culminó en su muerte. Sin embargo, en sus últimos momentos, Esteban fijó su mirada en el cielo y vio al Señor Jesús a la derecha de Dios.
Esta visión fue su mayor fuente de consuelo y ánimo en la transición de la vida a la muerte. Fortalecido por ella, Esteban pronunció dos oraciones (Hechos 7:59-60) que reflejan la verdadera conducta de quien ha creído genuinamente en Jesús el Señor:
“Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. —Señor Jesús —decía—, recibe mi espíritu.¹ Luego cayó de rodillas y gritó: —¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!² Cuando hubo dicho esto, murió.”
La muerte de Esteban, aunque dolorosa, desencadenó una gran persecución pero también un significativo avivamiento. Con el fin de su vida, paradójicamente, comenzó la historia de un hombre grandemente usado por Dios: Saulo de Tarso, quien más tarde se conocería como el apóstol Pablo.
La vida y la muerte de Esteban son un poderoso llamado de Dios para cada uno de nosotros: el llamado a estar dispuestos a morir por la fe en Jesucristo, para que, a través de nuestro sacrificio, otros puedan ser poderosamente usados por Dios.
Oración
Soberano Dios, Tú sabes cómo soy más útil para tu propia Gloria, por eso te pido que sea que viva o que muera, mi vida sea usada por ti para que otros puedan ser usados poderosamente por ti.
Te lo pido en el Nombre del Señor Jesús, y en el Poder de tu Espíritu Santo, Amén.