¿Por qué hacer un pare o un alto en el camino? No es precisamente para mostrarnos impacientes o porque estemos inconformes, simplemente para que observemos qué sucede con las naciones a nuestro alrededor.
Da la impresión, y parece así, que los pueblos buscan soluciones a sus problemas sociales, haciendo bloques humanos incontenibles clamando a sus gobiernos por más justicia social y menos corrupción.
Antes de continuar con este saludo, permítame decirle que he venido siendo inquietado por el Dios inspirador de Su misma Palabra, para que centre mi atención en el salmo 46 a través del cual Él nos quiere dejar una serie de enseñanzas, particularmente con la realidad del momento.
Lo primero que debemos tener en cuenta es el consuelo que el Señor nos da al permitirnos saber que el mismo Dios que tomó a Jacob para convertirlo en su fiel servidor y padre del pueblo de Israel, es también nuestro Refugio y Fortaleza.
Es indudable que el panorama que deja ver el mundo, nos muestra una agitación internacional que ha derivado en una crisis histórica y que seguramente está reflejada en este salmo.
Si usted observa detenidamente este salmo 46, se dará cuenta que Dios nos habla allí de varios tipos de conflictos.
Primero que todo en los versículos 1 al 3 usted encontrará el conflicto que ahora enfrentamos con la naturaleza.
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. Sal 46:1-3 Selah
En segundo lugar, usted encontrará que en los versículos 4 al 7 está ese permanente conflicto con nuestros enemigos.
Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo. Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda. Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. El SEÑOR Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Sal 46: 4-7 Selah
Y en tercer lugar en los versículos 8 al 11 encontramos el conflicto que tanto nos atribula porque es el que a diario tenemos que enfrentar y que nos trae tantas aflicciones, tristezas, pero lo que sí nos llena de esperanza y fortaleza cuando alcanzamos la victoria.
Vengan y vean los portentos del SEÑOR; él ha traído desolación sobre la tierra. Ha puesto fin a las guerras en todos los confines de la tierra; ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas, ha arrojado los carros al fuego. Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!» El SEÑOR Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Sal 46: 8-11 Selah
Ahora bien, me parece que donde sí deberíamos ocuparnos en centrar nuestra mirada y atención es en el versículo 6 donde el Señor nos habla de un cronograma inminente y que en su orden nos habla así:
- La agitación de los pueblos a través de manifestaciones de inconformismo.
Se agitan las naciones, Sal 46:6a
- El debilitamiento de los gobiernos, – algunos han caído ya – otros caerán en los próximos días, a causa de las protestas y manifestaciones.
…se tambalean los reinos; Sal 46:6b
- La Voz de Dios, que cuando se deje oír, no quedará piedra sobre piedra.
…Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. Sal 46:6a
De las dos primeras, todos podemos dar fe que están sucediendo ahora mismo. De la tercera, créame que es a la que menos se le está prestando atención por parte de las gentes, quienes si escucharan esta voz, pasarían por lo menos dos cosas: Habría obediencia a Dios entre los pueblos, lo cual derivaría en la Presencia permanente de Dios y no habría tanto desconcierto como el que se evidencia.
Es muy importante entonces que, como iglesia del Señor, no perdamos de vista lo que está por sucederle al mundo, no sin antes llevar las Buenas Noticias del Evangelio para que alcancemos a cuantos más podamos para el Reino de Dios, antes que los días se agoten y con ellos Su paciencia y sobrevenga la hecatombe que le espera a los opositores de Dios.
Es tiempo que entremos como nos recomienda la Palabra de Dios en un tiempo de quietud y reposo, más no inactivos, para que desde esa posición podamos darnos cuenta qué es lo que el Señor quiere y qué es lo que nos quiere hablar.
Contrario entonces con la realidad actual, cuando los pueblos se agitan y quieren dejarse oír, la iglesia debe estar reposada, confiada y expectante a lo que Dios quiere hablar.
«Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!» Sal 46:10
Ah, y no olvidemos que Dios es nuestro Amparo y nuestra Fortaleza.
Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor