La Biblia dice:
”De pronto bajó una nube y se detuvo sobre ellos. Desde la nube se oyó una voz que decía: «Este es mi Hijo, Yo lo amo mucho. Ustedes deben obedecerlo.»”
(Marcos 9:7, TLA)
En la mente de todo ser humano, Dios ha dispuesto un conocimiento de Sí mismo a través de la percepción de Su propia creación. Todo lo visible en la naturaleza es una revelación de las cualidades invisibles de Dios (Romanos 1:18-20).
A pesar de esta revelación natural, y como una manifestación aún más profunda, Dios había decidido revelarse haciéndose hombre en la Persona de Jesús el Señor. Esta encarnación de Jesús es la máxima expresión del amor Divino. El Padre Celestial se refiere a Jesús como su Hijo Amado (Marcos 9:7).
Es en la profundidad de este Amor y reconocimiento divino que Dios actúa a nuestro favor, aceptándonos a través de Jesús el Señor (Romanos 5:8).
Dios ha declarado a Jesús como Su Hijo amado, y en esta revelación, todos los creyentes somos llamados a aceptar a Jesús tal como Dios lo ve.
El mayor pecado que un ser humano puede cometer es despreciar, ignorar o rechazar la autoridad del Señor Jesús. La necedad de despreciar a Jesús es la causa de la condenación eterna (Isaías 53:3, Salmo 22:6, Juan 1:11, Juan 3:19-20).
La tarea de todo creyente ante la Gracia derramada por Dios es obedecer a Su Hijo amado, Jesús el Señor. Esta obediencia es la única “obra” que Dios demanda para salvar a los pecadores (Juan 6:29), convertirlos en Sus hijos (Juan 1:12) y hacerlos coherederos con Jesús (Romanos 8:17).
La vida de fe se trata de Amar a quien Dios ama: Amar a Jesús el Señor.
Para meditar:
* ¿Qué tan profundamente he reconocido a Jesús no solo como un hombre bueno o un profeta, sino como el Hijo Amado de Dios tal como el Padre lo declara?
* ¿De qué manera esta máxima revelación – la Persona de Jesús – le da verdadero sentido a mi vida de fe?
* ¿Comprendo que sin Jesús no hay Evangelio?
* ¿Amo a Aquél a quien el Padre Celestial ama?
Oración
Señor Jesús, Tú eres el Hijo amado de mi Padre Celestial; todo lo que soy, lo que sé, lo que tengo y lo que quiero ser está en ti. Es mi deseo vivir a través de ti y que Tú seas formado en mí. Te declaro como Señor y Dios de mi vida.
Te amo porque amo a quien el Padre Ama.
Oro en Tu Nombre y en el Poder de tu Espíritu Santo, Amén.