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¿JESUCRISTO O supermán?

Me permito hacer un pare por esta semana al no escribir sobre Israel y La Iglesia, para hacer un sencillo pero inquietante análisis sobre el desvanecimiento de la fe de muchos que dicen ser cristianos y que han olvidado que la justificación viene a nosotros cuando seguimos la línea de conducta de nuestro padre Abraham,

quien creyó a Dios contra todo pronóstico, cuando ni él ni su esposa Sara eran óptimos para engendrar un hijo. Creer, como sucedió con nuestro padre Abraham que de una “pareja muerta” puedan aparecer generaciones es tener verdadera fe.

Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: «¡Así de numerosa será tu descendencia!» Su fe no flaqueó, aunque reconocía que su cuerpo estaba como muerto, pues ya tenía unos cien años, y que también estaba muerta la matriz de Sara. Rom 4:18-19

Lastimosamente nuestros niños y creo que algunos adultos llevados por lo que ven y palpan, ya no se les oye mencionar a Jesucristo como nuestro Redentor, pero sí hacen alarde del comic supermán. Precisamente esa es una de las causas de la decadencia social y moral originada en el otrora “exportador” de misioneros Estados Unidos y que como gangrena ha recorrido no sólo a la América hispanoparlante sino al mundo casi en su totalidad. Si bien es cierto que en la segunda mitad del Siglo XX el evangelismo alcanzó altos niveles como nunca antes, también es cierto que las tinieblas no estuvieron quietas y creo, avanzaron vertiginosamente, opacando la fe de muchos. Tan cierto es lo que escribo, que hoy muchos niños piden a sus padres que les muestren el predicador charro, cómico, que los hace reír y no un predicador “aburrido” que les muestre la realidad de Dios, que es Cristo Jesús.

Es en el Siglo XX cuando los Estados Unidos desarrolla su industria automotriz, el cine, el consumo masivo de drogas, la píldora anticonceptiva, el dólar, la bomba atómica, la televisión, la silla eléctrica, el avión, la comida chatarra, la publicidad, la informática, los satélites artificiales, y hasta los satélites naturales como la luna, donde lo único que hay pendiendo es la bandera norteamericana.

Por eso es que el personaje que encarne este siglo extraordinario y terrible, ultracivilizado y bárbaro, será necesariamente norteamericano. No será un científico, ni un médico, ni un caudillo, ni un pacifista, ni un estadista, ni un pintor, mucho menos un músico, ni un millonario, ni un actor. No. Sólo un personaje de ficción puede abarcar, en toda su complejidad y su simplicidad, a los Estados Unidos, la verdadera efigie es otro personaje, se trata de supermán. Los creativos de este personaje que le dieron “vida” en 1938, nunca imaginaron que con su invención derribarían la verdadera fe de muchos en Cristo Jesús y una vez logrado este vacío, el espacio sería ocupado por un personaje imaginario al cual hacen ver como de acero, que puede volar y que inmigró desde un planeta desconocido para triunfar en los Estados Unidos. ¿Por qué? Porque es capaz de detener un tren con la palma de su mano, y de absorber una explosión nuclear con su pecho de acero. Porque hace creer a muchos ingenuos de que la fuerza puede servir a la justicia, más exactamente a la policía. Que este personaje de ficción hace confiar a muchos en la tecnología, con su visión de rayos equis, que traspasa las paredes para descubrir a los malhechores. Y es también el recurso a la hipocresía porque ese superhombre poderoso y brutal que finge como un modesto reportero de prensa llamado Clark Kent, para inspirar confianza, y que es un personaje aparentemente invulnerable, tiene su lado débil porque así como la sociedad americana se debilita moral y espiritualmente a causa de la droga, a él también lo debilita una droga venida del espacio exterior: La Kriptonita.

Cambiaron entonces la Fe en el que no se ve, El Señor Jesús,  y que probadamente es invulnerable porque ni aun la misma muerte pudo vencerlo,  por la fe en alguien que como supermán o el anticristo venga rápidamente a solucionar los problemas del mundo y que pueda avivar el egoísmo que dicho sea de paso, hoy está debilitado y que tiene sumida a la gente en la tristeza y la depresión. Que viva el egoísmo y que muera la Fe, es lo que parece oírse en la gente, mientras que no se dan cuenta que el asunto es mucho más fácil de resolver de lo que parece, volver los ojos hacia Aquél de quien nos olvidamos, por ir a buscar lo que no se nos había perdido en un personaje irreal y de ficción que como todo lo de esta creación, también desaparecerá. 

 »Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. Jeremías 2:12-13  

 

Rvdo. Nicolás Ocampo J.

Pastor

  

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