…Dios es siempre veraz, aunque el hombre sea mentiroso… Romanos 3:4
Dios el Señor nos ha dado idiomas, lenguas y dialectos a través de las cuales expresamos nuestros pensamientos, sentimientos y deseos. Todo lo expresamos por medio de palabras que unidas forman frases y oraciones. No se me ocurre pensar cuántas palabras he expresado a lo largo de mi vida, indudablemente son cientos de miles.
Sin embargo, el ser humano ha usado las palabras para edificar, instruir, educar, culturizar, decir la verdad; destruir, calumniar, dañar e incendiar, mentir, entre otras.
Francamente queda uno perplejo cuando por ejemplo a una persona se le calumnia y se le deja en vergüenza ante los demás. Por muchos intentos que se hagan para reivindicar a esa persona y su reputación, siempre quedará sembrada la duda In saecula saeculorum.
Eso sí, cuando se trata de recordar un compromiso adquirido, o sostener la palabra dada en algún negocio; ocurre que hay “olvido” o simplemente como no hay nada firmado, la gente olímpicamente, se reserva el derecho a faltar a la palabra dicha. Y como hay duda colectiva y recíproca, nadie termina creyendo en la palabra de nadie, excepto como lo dije más adelante, cuando se trata de dañarle la honra a los demás.
“ Como experiencia personal he dicho muchas palabras en el curso de mi vida, pero me he olvidado de la mayoría. Seguramente usted me preguntará: ¿cuál es el propósito de su expresión entonces? “
Antes que nada, quiero decirte que el Señor Jesús en una ocasión dijo que los cielos y la tierra pasarán, pero que Sus Palabras jamás pasarán. Precisamente esas palabras las encontramos en La Biblia, el Libro de Dios, el cual debemos leer: Diariamente, Ordenadamente, Fervientemente y Alegremente.
He tenido la bendición de leer muchas veces la Biblia, pero no la puedo memorizar. ¡Qué Tal! Entonces surge una pregunta: ¿cuál es el propósito de la lectura de La Biblia? “
Esta fue la pregunta que un creyente le hizo una vez a su pastor. El pastor no respondió en ese momento. Sin embargo, después de unos días, mientras él y el joven creyente estaban sentados cerca de un río, dijo que tenía sed y le pidió al joven que le trajera un poco de agua con un colador viejo y sucio que había en el suelo.
El joven se asustó, porque sabía que era un pedido sin lógica.
Sin embargo, no pudo contradecir a su pastor y, habiendo tomado el cedazo, comenzó a realizar esta absurda tarea.
Cada vez que sumergía el colador en el río para traer un poco de agua para llevarla a su pastor, ni siquiera podía dar un paso hacia él, ya que no quedaba ni una gota en el colador.
Lo intentó y lo intentó muchas veces pero, por mucho que trató de correr más rápido desde la orilla del rio hasta donde estaba su pastor, el agua siguió pasando por todos los agujeros del cedazo y se perdió en el camino.
Agotado el joven, se sentó junto al pastor y le dijo: “No puedo conseguir agua con ese colador. Perdóname pastor, es imposible y he fallado en mi tarea”.
“No – respondió el pastor sonriendo – no has fallado. Mira el colador, ahora brilla, está limpio, está como nuevo. El agua, que se filtra por sus agujeros, la ha limpiado “.
“Cuando lees la Biblia – prosiguió el pastor – eres como un colador y la Biblia como agua limpia. No importa si no puedes guardar en tu memoria toda el agua que deja fluir en ti, porque la Biblia, compuesta por miles de palabras salidas de la Boca de Dios mismo, limpiarán tu cuerpo, alma y espíritu, y te convertirán en una persona irreprensible y nacida de nuevo. Este es el propósito de la lectura de La Palabra de Dios”.
Si alguna vez has sido lastimado, herido, adulado, te han mentido, defraudado; edificado, instruido, elogiado, de ninguna manera debes dejar que las palabras dichas por los hombres se sobrepongan a La Eterna Palabra de Dios, quien dice:
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Juan 7:38
En razón a lo anterior, cuando Dios habla, NO HACE DE SUS DICHOS UN JUEGO DE PALABRAS, lo dicho por el Señor, dicho está. Él no es un mortal que hace de sus dichos un juego de palabras, de acuerdo con su conveniencia.