Cuando se pasa por tiempos de abundancia es muy fácil animar a otros a que sientan lo mismo cuando pasan por momentos de escasez. Eso es lo que yo llamaría una fe superflua y vacía.
La verdad es que tener una fe activa cuando todo va de maravilla, es supremamente delicioso. Caso muy diferente, cuando nuestra fe es probada en momentos de dificultades de variadas formas.
Aunque este no es un tiempo para críticas, valga decirlo, sí es un momento para dedicarnos a revisar nuestro medidor de fe y de confianza en Dios. Es decir, qué tanto agrado tiene el Señor conmigo en respuesta de mi fe en Él. La Palabra del Señor dice que “Sin fe es imposible agradar a Dios” Hebreos 11:6ª
En las Sagradas Escrituras la fe siempre va ligada a una confianza activa en Dios y Su Eterna Palabra, por esa razón, para nosotros los creyentes en Jesús no hay tal cosa como una “fe ciega”. ¿Por qué? Porque la fe es la respuesta sensible a la Voluntad revelada de Dios y los privilegios que le ha prometido a su pueblo. Aclaro eso sí, que la fe bíblica no significa que una persona tenga una ocurrencia improbable y que Dios en respuesta debe hacer que suceda. Dicho de otro modo, la fe que no está anexada de forma directa a la Eterna Palabra de Dios y Su Perfecta Voluntad, sino que es meramente un pensamiento positivo.
El rey David tenía esto tan claro que escribió:
Señor, mi corazón no es orgulloso, ni son altivos mis ojos; no busco grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas. Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Mi alma es como un niño recién amamantado! Salmo 131:1-2
La fe por lo tanto, es un regalo que Dios tiene reservado para quienes le seguimos y confiamos en sus promesas. El apóstol Pablo escribe a los efesios lo siguiente:
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, Efesios 2:8
Esto significa que nuestra fe se fortifica si le prestamos una atención muy cuidadosa a lo que nos dicen Las Sagradas Escrituras o sea a la misma Palabra de Dios y si practicamos las disciplinas espirituales allí establecidas. Nuevamente, el apóstol Pablo escribe lo siguiente, esta vez a los romanos, por supuesto que a nosotros también:
Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo. Romanos 10:17
Por lo tanto, durante toda la vida cristiana la fe continúa siendo el medio por el cual nosotros los creyentes recibimos los privilegios y lo que necesitamos para vivir en este mundo y de paso para servir a Cristo Jesús con aquello que de Él hemos recibido. Debemos confiar en que Dios cumple lo que dice, ya sea que se trate de sus dones y capacidades para hacer La Obra del Señor Jesús en este mundo o también para proveernos de los bienes que nos permiten tener una vida de bendición y mucho más llevadera, como también, y lo más importante, el poder conducirnos durante nuestro peregrinaje espiritual hacia nuestro hogar eterno en el cielo.
Date el gusto entonces de poder gozar del privilegio de tener una fe que se goza en depender absolutamente de Dios y no de la abundancia de los bienes materiales y de todo tipo de posesión terrenal. Escuchemos de una vez las Palabras del Señor Jesús:
Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre. Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré. Juan 14:12-14
Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor