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LA OBEDIENCIA DE JESÚS: Nuestra Justificación

La Biblia dice:
“Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos.
Romanos 5:19 NVI

En la Carrera de la fe mucho hablamos acerca de lo necesario que se hace obedecer a Dios.
Sus mandamientos, Sus leyes, Sus decretos, Sus preceptos, Sus sentencias, y Su temor son un tema recurrente en los púlpitos, como una manera de animar a los creyentes a permanecer firmes en la fe.

Cuando estos mensajes son escuchados, la mayoría de personas acepta que, definitivamente es imposible cumplir con toda la Ley del Señor.

Hay sermones que nos tocan en un aspecto y entonces cambiamos un mal hábito o nos arrepentimos de un pecado en nosotros. Pero, luego viene otro sermón y nos damos cuenta de que, aunque crecimos en el punto anterior, nos falta crecer en este otro aspecto. Así que, al final tenemos que concluir que somos incapaces de lograr la justicia que Dios demanda por nuestras obras de obediencia.

¡Qué dilema tan grande!
¿Cómo puedo decir que amo a Dios si soy incapaz de obedecerle? ¿Cómo puedo practicar la justicia para agradar a Dios?

Al llegar a este punto debemos ser claros en entender que, ninguna de estas preguntas está bien planteada.

No es por mi obediencia que alcanzo la justicia o inocencia que Dios demanda. En realidad he sido justificado o declarado inocente por la obediencia de uno solo que es Jesús el Señor.

Dios el Padre, sabe que el pecado que habita en mí me impide cumplir la ley y llegar a la inocencia por mi propia fuerza.
Así que, Él permite que la obediencia de Jesús se constituya en la única manera de alcanzar la justicia.

Entonces, ¿Qué debo hacer? ¿Puedo vivir en desobediencia y aún así Dios me dará la justificación?
De ninguna manera. Dios demanda de mí que crea en aquel que Él ha enviado (Juan 6:29) y al creer esa fe se constituye en la justificación que me pone en paz con Él (Romanos 4:22-25; Romanos 5:1-2).

Ya que no es por mi obediencia, puedo descansar en que es por la Obediencia de Jesús el Señor y que en cuanto de mí dependa, mostraré una tendencia a la obediencia amorosa por la fe en Cristo Jesús (Romanos 16:25-26) que finalmente será la obra regeneradora del Espíritu Santo en mí.

Oración
Padre Celestial, te agradezco porque me has acogido como tu Hijo gracias a la Obediencia de uno solo que es Cristo Jesús.
Gracias por darme el Espíritu de tu Hijo para que ahora pueda vivir para agradarte por medio del Sacrificio del Señor Jesús.
Oro en Su Nombre y en el Poder de tu Espíritu Santo, Amén.

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  
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