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La soledad y el aislamiento

Creo que todos lo hemos vivido en algún momento de nuestra existencia. La soledad y el aislamiento son estados de los cuales puedo decir que son más comunes de lo que pareciera y por los cuales pasan grandes y chicos; personas comunes y corrientes; personas espirituales y otras que no lo son tanto. Todos, repito ¡todos! Hemos pasado por situaciones así.

Converso con una relativa frecuencia con cristianos maduros y también con creyentes que me manifiestan cómo son víctimas constantes de la soledad y el aislamiento y cómo sortean la situación y hasta me dicen qué hacen, en quién o en qué se refugian mientras pasan esos nubarrones sobre su vida. Definitivamente, lo malo no es vivirlos, si no qué hacemos mientras los vivimos.

Algunos me dicen que mientras pasan por la soledad o el aislamiento, se enojan con Dios. Con todo el respeto por ellos, creo que el menos responsable por los momentos vividos no es Dios según pienso; más bien es que, se han alejado de Él; pierden de vista lo fácil que es comunicarse con Dios por medio de la oración en el espíritu, y lo peor, olvidan esa admirable disposición que el Señor Jesús muestra para atender nuestro llamado.

Créanme que lo digo, porque así lo vivo una y otra vez, Jesús está más pendiente de nosotros, que nosotros mismos. Definitivamente, estar separados de Dios es la causa principal de la soledad y el aislamiento, por lo tanto, el problema es de nosotros no de Él.

Un hermano me decía que estaba enojado y se aislaba de Dios por su enfermedad y porque todavía Él no lo había sanado. Estaba enojado por su sufrimiento. Y estaba enojado por la alteración en su vida, el miedo y la ansiedad que le estaba causando a su familia y a quienes lo querían y apreciaban. Estaba enojado por todo lo relacionado con su enfermedad y que el Señor Jesús, que es quien rige todo lo que sucede en el mundo, era responsable y era a quien podía culpar. ¡Qué cosas Dios mío!

Aunque seguramente algunos buscan refugio y solución a la soledad y el aislamiento en la tecnología, juegos de azar, licor, estupefacientes y otros más, tratando de esa manera olvidarse de la realidad, son muy pocos los que buscan refugio en Dios. De ahí que deduzco fácilmente porqué el crecimiento y la demanda del mundo virtual y la pornografía que nos arrojan unas cifras escalofriantes de las cuales te comparto algunas a continuación, teniendo en cuenta los resultados arrojados por un conjunto de investigadores quienes le preguntaron a un grupo de adultos que se consideraban cristianos evangélicos entre ellos algunos pastores, en cuál de los siguientes nueve comportamientos se habían involucrado durante la última semana. Los resultados fueron sorprendentes y escalofriantes.

Solo en los últimos siete días:

· el 28% había usado malas palabras;
· el 20% había participado en juegos de azar;
· el 20% se había alejado de la iglesia
· el 19% había visto pornografía;
· el 12% había contado chismes sobre otra persona;
· el 12% se había emborrachado;
· el 11% había mentido sobre algo;
· Y el 9% había estado involucrado sexualmente con alguien que no era su cónyuge.

Esto sólo en una semana. ¿Lo leyó bien? En una sola semana, es decir siete días.

Usted me dirá: pastor no exagere. O tal vez pensará: el pastor no debería gastar tiempo ni papel en temas tan “superficiales”; el pastor no debería compartir tantas estupideces que no son importantes. Permítame decirle que respeto lo que usted piense o diga, a la postre el pecado no está en las cosas, sino en el corazón y cada uno es responsable de sí y de sus actos. Lo que sí le pido es que me dé el beneficio de compartir todo eso, simplemente para decir que ningún creyente nunca está fuera de peligro. Sinceramente, todos tenemos la capacidad de cometer cualquier tipo de pecado y fracasar en cualquier situación. No debemos tratar de controlar u ocultar nuestros pecados, la mayoría de los cuales se cometen cuando se pasa por la soledad o el aislamiento; debemos confesarlos y arrepentirnos de ellos.

El apóstol Pedro nos escribió y nos recordó a los creyentes lo siguiente:

Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. 1Pedro 5:8

Literalmente nos dice el amado apóstol que estemos alerta – literalmente, permanezcan despiertos – porque el diablo – esa serpiente antigua – también es como un león rugiente, que anda alrededor buscando a quien devorar.

Ese verbo devorar significa que lo tragará entero. En otras palabras, el diablo no sólo quiere adueñarse de su alma, si no que quiere destruir su vida entera. ¿Cómo empieza a hacerlo? Empujándolo hacia la soledad y el aislamiento. Por lo tanto, cada vez que sienta angustia y deseos de aislarse y pasar al estado de soledad, piense quién está orquestando todo, porque déjeme decirle algo más: El diablo no sólo pierde las almas, sino que las destruye.

Por favor, si es inevitable para usted tener que aislarse y vivir en soledad, hágalo entonces de la siguiente manera: No camine, no se pare ni se siente bajo la influencia de aquellos que no quieren tener nada que ver con Dios y Su Eterna Palabra. Porque eso arruinará su comunión con Dios, con la iglesia, sus sanas relaciones, su matrimonio… y potencialmente toda su vida

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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