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Lenguaje Corrupto

Desde una edad muy temprana y como resultado de ser un buen aficionado tanto de la lectura como de la escritura, a manera de reto personal he sido extremadamente celoso en cuanto a la precisión en el lenguaje y la necesidad intelectual de escribir con corrección. Francamente, me molestan las palabras sin sentido, vacías y ante todo me molesta cuando una persona escribe para “ganar tiempo” a manera de jeroglífico, o cuando se habla mucho y se siente nada de lo que se dice usando o abusando de ciertos términos para evadir el contenido real con el único objetivo de engañar.

Soy un firme creyente que la grandilocuencia es innecesaria para lograr aceptación y credibilidad de los demás.

¿Por qué? Porque las palabras de este tipo son con frecuencia empleadas conscientemente de manera deshonesta. Esto es, la persona que las usa tiene su propia definición, pero permite pensar a quien lo escucha que se refiere a algo completamente diferente.

Esta corrupción en el lenguaje es más frecuente de lo que parece y se usa tanto en la humanidad y no menos dentro del pueblo cristiano.

Recuerdo a uno de mis primeros profesores, ser un profesional en ese sentido. Él lograba credibilidad, misma que se iba desvaneciendo a medida que uno lo iba conociendo. También recuerdo a un anciano con quien conversaba hace algunos años para que me alquilara un local para la iglesia, quien después de aceptar mi propuesta, me dijo: “Basta con hablar con una persona 15 minutos, para saber de quién se trata…” Francamente me sentí honrado al escuchar a este hombre a quien apenas acababa de conocer.

Precisamente al escribir este saludo, pienso en el Señor Jesús, a quien no le gustaba maquillar con palabras pomposas su predicación, aunque su Mensaje siempre fue, es y será, agradable a los oídos de quienes amamos Su Palabra, nunca le he escuchado hablar con palabras agradables y aparentemente positivas cuando de desmantelar y desenmascarar el pecado se trata. Cada vez que escucho a mi Salvador Jesús nunca he visto en Él hacer de su predicación algo complejo o adulador. Él mismo fue el que dijo:

Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. Mateo 5:37

Creo que hoy más que nunca, nosotros como hijos de Dios, debemos acudir a la precisión en el lenguaje, ya sea cuando evangelizamos, discipulamos y predicamos.

Es urgente por demás que en nuestro días y – como ha sido siempre -, nuestra predicación del Evangelio salga de los labios de personas nacidas de nuevo, santas, honestas y virtuosas, para lograr con efectividad y contundencia desenmascarar al diablo y sus mentiras quien además todo el tiempo busca confundir, manipular; hurtar matar y destruir.

Contrariamente el Señor Jesús vino a darnos vida y vida en abundancia a quienes aceptemos sus dichos tales como los que nos advierten acerca tanto de lo que se debe hacer como en lo que debemos evitar.

Creo firmemente que la práctica de ser precisos en lo que decimos y hacemos era llevada a cabo por el Señor Jesús tanto en su vida privada y familiar como en el desarrollo de su Ministerio Público. Tan es así que uno de sus hermanos medios, Santiago, años más tarde también escribió:

Sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no sean condenados. Santiago 5:12

Ahora me doy cuenta de que corrupción no solamente es robar dineros públicos o demás hechos relacionados, sino que también cuando hablamos imprecisiones que de por sí son engañosas intencionalmente, también eso es corrupción en el lenguaje.

 

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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