Para esta ocasión y creo que para otras más, te comparto la admirable e indudable profundidad de La Eterna Palabra de Dios, específicamente en cuanto a los Diez Mandamientos, los cuales comúnmente conocemos desde el Libro de Éxodo capítulo 20, pero que al observar algunos episodios en el libro de Génesis no me cabe duda que desde muchos años antes ya Los Mandamientos de Dios eran ampliamente conocidos además de temidos y tenidos presente para llevar una vida que agradaba a Dios.
Empiezo con el patriarca Abraham que vivió quinientos (500) años antes de que el Señor diera La Ley a Moisés en el Monte Sinaí, cómo guardaba los mandamientos de Dios. Veamos lo que dice el Señor:
Yo haré esto porque Abraham me escuchó y obedeció todos mis requisitos, mandatos, decretos e instrucciones». Génesis 26:5 (NTV)
En este día mientras lees mi saludo te invito a que observes algunos incidentes, relatados en Génesis, que demuestran que los Diez mandamientos, ya eran desde los orígenes del mundo.
En séptimo lugar NO cometer adulterio.
El caso de la conducta intachable de José ante la tentación a cometer adulterio, indican el conocimiento del séptimo Mandamiento.
Desde el día en que José quedó encargado de la casa y de las propiedades de su amo, el SEÑOR comenzó a bendecir la casa de Potifar por causa de José. Todos los asuntos de la casa marchaban bien, y las cosechas y los animales prosperaron. Pues Potifar le dio a José total y completa responsabilidad administrativa sobre todas sus posesiones. Con José a cargo, Potifar no se preocupaba por nada, ¡excepto qué iba a comer! José era un joven muy apuesto y bien fornido, y la esposa de Potifar pronto comenzó a mirarlo con deseos sexuales. —Ven y acuéstate conmigo —le ordenó ella. Pero José se negó: —Mire —le contestó—, mi amo confía en mí y me puso a cargo de todo lo que hay en su casa.
Nadie aquí tiene más autoridad que yo. Él no me ha negado nada, con excepción de usted, porque es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer semejante maldad? Sería un gran pecado contra Dios. Génesis 39:5-9
En octavo lugar NO hurtar.
Recordemos nuevamente el caso de Raquel cuando a escondidas hurtó los dioses de su padre Labán. Observemos bien la reacción de Jacob, cuando Labán lo acusó de hurto, la cual deja entrever que Jacob tenía conocimiento del octavo Mandamiento.
Puedo entender que sientas que debes irte y anhelas intensamente la casa de tu padre, pero ¿por qué robaste mis dioses? —Me apresuré a irme porque tuve miedo —contestó Jacob—. Pensé que me quitarías a tus hijas por la fuerza. Ahora, en cuanto a tus dioses, si puedes encontrarlos, ¡que muera la persona que los haya tomado! Si encuentras alguna otra cosa que te pertenezca, identifícala delante de estos parientes nuestros, y yo te la devolveré. Pero Jacob no sabía que Raquel había robado los ídolos de familia. Génesis 31:30-32