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MALDICIÓN AUTO-IMPUESTA

La Biblia dice:
Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.
S. Mateo 27:25 RVR1960

Mientras Pilato le preguntaba a la gente si liberaba al Señor Jesús o a Barrabás, la gente de Israel se dejó constreñir por sus dirigentes para que pidieran que Barrabás fuera liberado y, Jesús el Señor fuera condenado a la crucifixión.

Ante esto, Pilato pregunta a la gente cuál es el mal que ha hecho el Señor Jesús para que quieran crucificarlo. Seguramente él esperaba el señalamiento de un delito atroz que generaba tanta indignación. Sin embargo, la gente, como no tiene ninguna razón, simplemente grita más fuerte que se haga lo que ellos desean.

Pilato entonces se lava las manos como un símbolo que explicará con sus palabras en las que argumentará que es inocente de la muerte del Señor Jesús y que son ellos los responsables de lo que ocurrirá.
La gente en su enojo, desbordante energía e ignorancia, no solo aceptarán esa muerte como su responsabilidad sino que, se auto-impondrán una maldición para ellos mismos y para sus generaciones:
“Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.”

Esa maldición auto-impuesta se cumplió por dos razones:
1. Porque en realidad Jesús era (es) inocente
2. Porque el poder de las palabras se cumple cuando la gente pronuncia maldición.

Hasta el día de hoy, vemos que esa auto-maldición sigue teniendo efecto sobre la nación de Israel. Durante siglos ellos estuvieron esparcidos por el mundo sin tener derecho a su propio territorio. Y aunque desde 1948 se creó el Estado Moderno de Israel y desde 1967 han estado ocupando el territorio, la verdad es que en este país nunca ha habido paz, seguridad y pleno bienestar. ¿Por qué? Porque ellos prefirieron auto-maldecirse antes que recibir al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Las palabras ignorantes, llenas de rencor y odio por el Señor Jesús que proclamó aquella generación siguen siendo hasta hoy una verdad permanente de muerte, sangre, violencia, persecución y maldición.

Las maldiciones auto-impuestas son una realidad y la única forma de deshacerlas es aceptando el Sacrificio de Jesús el Señor, ya que toda nuestra maldición le fue trasladada a Él en la cruz del Calvario (Gálatas 3:13-14).

“Jesús el Señor es el que rompió la maldición y un camino abrió”.

Para meditar:
* ¿Qué maldiciones me he auto-impuesto?
* ¿Qué situación estoy viviendo que sea producto de una maldición auto-impuesta?

Oración
Padre Celestial, Tu Palabra dice que el que mucho habla, mucho se equivoca. Por tu Espíritu Santo ayúdame a recordar esos episodios en los que por causa del enojo o por hacerme el célebre, expresé palabras con las que me auto-impuse alguna o varias maldiciones de las cuales ahora veo sus consecuencias.
Te lo pido en el Nombre del Señor Jesús y en el Poder de tu Espíritu Santo, Amén

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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