“Tiempo después, Jesús recorrió la región de Galilea. No quería ir a Judea porque los jefes judíos lo buscaban para matarlo.” (Juan 7:1, TLA)
Cuando un bebé nace y es recibido con alegría, la expectación de sus padres suele centrarse en el futuro: “¿Quién llegará a ser este bebé?” Al reflexionar de esta manera, lo que realmente expresan es el anhelo por los logros que alcanzará y el impacto positivo que su vida tendrá en los demás.
El Señor Jesús, sin embargo, tuvo un propósito de vida opuesto a la expectativa común: Él nació para morir. Su mayor reto y el logro supremo de Su existencia se encontraban precisamente en Su muerte, la cual debía ser un acto de santidad perfecta (Hebreos 4:15).
La Biblia registra múltiples ocasiones en las que Jesús enfrentó amenazas de muerte instigadas por Sus adversarios. No obstante, Su muerte no sería el simple acto de silenciamiento que el diablo, el pecado y los seres humanos deseaban. Su partida debía ocurrir en el momento preciso determinado por Dios para la manifestación de Su Gloria (Juan 7:6; Romanos 1:4; Filipenses 2:8).
La muerte de Jesús era fundamental porque constituía el único camino para que Dios estableciera la reconciliación con la humanidad perdida (Romanos 5:10).
Jesús cumplió Su misión. Murió por todos, pero Su victoria trascendió ese acto. Él derrotó a la muerte y Resucitó para vivir eternamente y no volver a morir jamás (Mateo 28:5-6; 1 Corintios 15:3-4; Hechos 13:37; Lucas 24:34; Romanos 4:25, entre otros pasajes).
Jesús ¡Nació para morir, y murió para darnos la Vida eterna!
Para meditar:
* A la luz de esto, ¿cuál consideras que es el propósito central que le da verdadero significado a tu propia vida, y qué estás dispuesto/a a “dejar morir” (hábitos, miedos, metas personales) para alcanzarlo?
* ¿De qué manera la Resurrección de Jesús transforma tu percepción del fracaso, la dificultad o el final de las cosas en la vida, y cómo te motiva a ver una nueva esperanza o comienzo?
Oración
Padre Celestial, la vida de tu Hijo Jesús cumplió con el Propósito Eterno, Él vivió y murió para darme vida.
Te ruego que me ayudes a vivir de tal manera que mi vida sea para Tu Gloria. Quiero morir a mí para vivir para Ti.
Oro en el Nombre precioso del Señor Jesús y en el Poder de tu Espíritu Santo, Amén.
