“Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños. No he dicho sino lo que los profetas y Moisés ya dijeron que sucedería: que el Cristo padecería y que, siendo el primero en resucitar, proclamaría la luz a su propio pueblo y a los gentiles. Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo interrumpió. —¡Estás loco, Pablo! —le gritó—. El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza.”
Hechos 26:22-24 NVI
Después de varios años de estar preso y no recibir una acusación formal, un proceso justo y mucho menos un veredicto, el Apóstol Pablo se encuentra una vez más, tratando de explicar porqué está preso, ante el rey Herodes Agripa.
Mientras cuenta su testimonio acerca de cómo se encontró con el Señor, Pablo afirma que él vio, escuchó y recibió instrucciones de Jesús mismo, para que predicara la Verdad del Evangelio con el fin de que la gente se vuelva del poder de Satanás a Dios y pongan su fe en Él – en Jesús – y así reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados (Hechos 26:18).
Al llegar a este punto, Porcio Festo, quien era el gobernador y representante del Imperio Romano, interrumpe a Pablo con son de burla y le dice que el mucho estudio le hizo perder la razón y que en realidad está loco.
Esta es la típica acusación de todos aquellos que deciden desconocer lo que Dios ha dicho en Su Palabra que es la Biblia y tratar de poner en ridículo a quienes por la fe estiman como cierto aquello que se les ha revelado.
Para muchos, la fe es contraria a la razón, pero contrario a eso, la fe es la razón. Pablo afirmará que todo lo que él asegura es:
1. Cierto y
2. Sensato.
“—No estoy loco, excelentísimo Festo —contestó Pablo—. Lo que digo es cierto y sensato.”
Hechos 26:25 NVI
En contraste con el gobernador, el rey Agripa consideró que había mucha razón para el cristianismo. El argumento de Pablo tocó el entendimiento y el juicio del rey, pero la presión social, la falta de humildad, su mala conducta y la altivez de no reconocer su pobreza espiritual impidieron que Agripa cambiara su corazón.
Pablo no estaba loco y tampoco lo están los que creen que Jesús resucitó y que sólo por la fe en Él, Dios les perdona los pecados.
La Salvación de la esclavitud es lo que el Evangelio de Dios ofrece a un mundo perdido. Sin embargo, es con mucha dificultad que se puede convencer a cualquier persona de que necesita la obra de la Gracia de Dios en su corazón, como necesaria para la conversión de las tinieblas a la luz.
Por mi parte:
¡NO ESTOY LOCO!
Rvdo. Nicolás Ocampo Jr.
Pastor