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No me averguenzo del evangelio

En los últimos días, en Colombia, además del tema de las vacunas, se convirtió en noticia nacional, tanto en medios escritos como radiales y televisivos, la historia de una comunidad religiosa del norte del país a la que su pastor le dijo que el Señor Jesús regresaría el pasado 28 de enero.

Sinceramente, no sé si en verdad el pastor dijo tal cosa, todo parece indicar que sí. Sin embargo, he aprendido a no juzgar nada de lo que yo no haya sido testigo.

Cuando me preguntaron qué pensaba yo del asunto, inevitablemente centré mi respuesta en las Palabras del Señor Jesús que quedaron consignadas en el Santo Evangelio según San Mateo capítulo 24 desde el verso 36:

“Nadie, excepto el Padre Celestial, sabe el día ni la hora del Regreso del Señor.”

Ante esta situación observé varias actitudes:
– La del mundo: se burlaron de todos los cristianos porque los consideran gente sin criterio y manipulados por el líder de turno.
– La de los medios de comunicación: informaron todo lo que quisieron pero en su gran mayoría con burla, mala intención y con descontextualización, al punto que algunos dijeron que lo que esta comunidad esperaba era la resurrección de Cristo.
– La de los ateos y agnósticos: pensaron en los cristianos con pesar por su alto nivel de ignorancia al tener una esperanza sin fundamento.
– La de “Cristianos sin fruto”: se unieron a la burla de la gente de este sistema pervertido y se pusieron en contra de los Cristianos fieles que esperan el regreso del Señor.
– La de la Iglesia verdadera: sabía que decir una fecha y una hora es contrario a la Palabra del Señor, pero no desistió ni demeritó la verdad de nuestra fe que consiste en creer y proclamar que Jesús el Señor sí volverá.

Pero, también tengo que hablar de mi actitud.
A pesar que cada vez que un cristiano es puesto en la palestra – con razón o sin razón – a todos los cristianos nos meten en el mismo costal, sentí un profundo amor y ansias por el pronto regreso del Señor.
No sentí vergüenza, ni pena ajena. Y hasta me pareció que sirvió como un aliciente para recordar que ese regreso del Señor puede ocurrir en cualquier momento.

Confieso que, aunque algunas veces sí me avergüenzan los “cristianos”, sobre todo aquellos que no han nacido de nuevo, los que insultan, los que persiguen, los fanáticos, los que dan mal testimonio y sobre todo, los que no expresan ni viven en la Gracia que es amor de Dios, hoy más que nunca me uno a las Palabras del Apóstol Pablo:

A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles.
Romanos 1:16 NVI

Y tú, ¿te avergüenzas del evangelio?

Feliz día.

Rvdo. Nicolás Ocampo M.
Pastor

    

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