“EL TERRENO”
No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra.
Gálatas 6:7 NVI
Durante mucho tiempo he escuchado a personas sabias decir que el matrimonio es como un cultivo que debes sembrar, regar, desyerbar y pacientemente esperar a que produzca. Esta figura me hizo recordar una historia que viví en mi secundaria. En 1994, cuando cursaba el cuarto grado de bachillerato, los estudiantes debían prestar un servicio social llamado Vigía de la Salud. Después de varias semanas de búsqueda, decidí junto a un amigo aceptar el reto de sembrar lombrices y rábanos en el hospital de nuestra localidad.
Dado que no contábamos con suelo agrícola, sino con jardineras que tenía el hospital, las lombrices nos servirían para oxigenar el suelo y prepararlo para sembrar nuestras semillas de alimento. Las jardineras tenían una buena tierra, lo que facilitó nuestra labor. Sembramos las semillas y empezamos a esperar a que crecieran. Sin embargo, cuando la cosecha comenzó a brotar, también apareció la maleza. Mi amigo, con experiencia en asuntos del campo, me dijo que era hora de arrancar la maleza y mover la tierra sin dañar el cultivo.
Pero entonces nos llevamos una escalofriante sorpresa. La tierra donde habíamos sembrado estaba llena de agujas hipodérmicas usadas en el hospital. Nadie nos había advertido que esa tierra era un campo de desecho de agujas. Limpiar la tierra era casi imposible, y nuestro proyecto había llegado a su fin. Gracias a la Gracia de Dios, ninguno de los dos resultó herido. Tampoco recogimos la cosecha, ya que no era apta para el consumo.
Esta experiencia me enseñó que, aunque puedas tener buenas semillas, saber regar y usar fertilizantes, si el terreno no es apto, tu matrimonio se perderá. Si has usado tu corazón como un campo de desechos mortales, en algún momento saldrá a la luz el peligro que tú y tu esposa están corriendo. Por eso, debes orar para que tanto en tu corazón como en el de ella, haya una limpieza profunda de parte de Dios, quien es el único capaz de quitar todo peligro mortal.
Oración:
Padre Celestial, te pido por (nombre de tu esposa) y por mí. Enséñanos y revélanos qué en mi vida y en la de mi esposa se ha escondido tan profundamente que no lo recordamos o percibimos, pero que puede ser un peligro mortal para nuestro matrimonio y que sea la razón por la cual podamos extraviarnos en nuestra relación. Tal vez hicimos pactos de amor con personas en nuestro pasado, o usamos palabras con las que nos auto atamos o nos ataron a otra persona, inclusive hicimos promesas que no cumplimos y que tampoco hemos cancelado. No quiero dejar mi matrimonio a la suerte, y por eso pido tu ayuda en el dulce Nombre de Jesucristo y en el Poder de tu Espíritu Santo. Amén.
