“Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán. Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados.” JESÚS.
Marcos 11:24-25 NVI
Sin duda alguna, todos hemos experimentado algo de inseguridad al pensar si nuestra oración ha sido escuchada por Dios o no.
Sabemos que, Dios oye la oración del que le busca (Salmo 65:2) pero, también sabemos que Dios aborrece la oración del desobediente (Proverbios 28:9).
Así que, no está mal cuestionarse frente a si hemos sido escuchados por Dios o no.
Lo que sí es cierto es que, hay un obstáculo que siempre estorbará nuestra oración, me refiero al rencor.
Muchas de nuestras oraciones, a pesar de lo sinceras que fueron expresadas, no obtuvieron respuesta de Dios porque en nuestro interior tenemos deudas pendientes contra otra persona.
Nuestra justificación para permitirnos sentir rencor por otros siempre está sustentada en la idea del gran dolor que el otro nos causó. Sin embargo, el Señor Jesús dice que, podemos orar y tener la seguridad de recibir lo que estamos pidiendo, si nuestro enojo, deseo de venganza y rabia han sido convertidos en perdón y misericordia por los demás.
Tal vez has orado diligentemente por algo y no has visto la respuesta de Dios, es hora de reflexionar y aceptar que, tal vez el enojo, el orgullo, el deseo de ver el fracaso de tu victimario y la falta de perdón han impedido que tu oración sea eficaz.
El cristianismo genuino ha recibido como mandamiento el perdonar, así como Dios nos perdonó; y si esto es así, tu oración debe ir en la misma dirección de lo que Dios ha dicho. Si oras, pero, no perdonas, tu acción va en contravía de la Voluntad de Dios y Dios no te responderá.
Rvdo. Nicolás Ocampo Jr.
Pastor