Desde que estaba pequeño, en casa se repartían los oficios domésticos por parte de mis padres entre todos mis hermanos.
Pertenezco a una familia numerosa, por lo tanto había quehaceres para todos: Unas en la cocina, otras en el lavado de la ropa, (en mi época de niño no era tan común tener lavadora como electrodoméstico), otra en el planchado de la misma ropa, otros tendían las camas, otros barrían y otros trapeaban, en fin, había oficio para dar y convidar.
Como es bien sabido, uno de los oficios domésticos que a diario se practican es, barrer la casa; acción que se ejerce al menos una sola vez al día, porque como dicen algunas amas de casa, “no soportan la mugre, mucho menos la basura. Y sí, porque la verdad sea dicha, una casa sucia lo menos que produce es deseos de habitar en ella.
Quiero de manera respetuosa hacer una analogía entre el aseo en casa y el aseo de la mente y también del corazón. Es cierto, que como personas todos los días recibimos un bombardeo permanente de basura, la cual si no barremos regularmente va a producir en nosotros: Rencores, odios, iras, pensamientos, en unos casos sombríos y en otros más que oscuros que terminan trayendo enfermedades y mucho moho a quien seriamente no le hace un barrido permanente a la casa de su ser.
Creo muy provechoso que debemos dejar que nuestra conciencia sea un canal por donde fluya la Sangre de Cristo Jesús para que “barra” de una vez por todas con todo tipo de suciedad. La Eterna Palabra de Dios dice:
“… la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!” Hebreos 9:14
Hay una pregunta que constantemente se oye en las personas que habitan una casa que dice así: “De dónde aparece tanta basura”.
Es que así como la casa todos los días recibe basura, no pasa menos con las personas. Basura como:
“… inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto, (dice el escritor sagrado), ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5:19-21
En una casa limpia entonces, siempre va a haber lugar para ubicar en la misma de manera decorosa y luciente, virtudes como: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. En una sola palabra, excelente salud.
Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor