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Íntima Devoción IEC

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¡Soy feliz!

En días pasados mientras hablaba con mi esposa y mi hija, les decía que Siempre me siento feliz, a pesar de haber tenido que cruzar por momentos bastante difíciles aun desde que era niño.

¿Te confieso algo? Siempre me pregunté por qué he sido feliz a pesar de todo, y no hallaba una respuesta que me dejara satisfecho, o que por lo menos me permitiera dar una respuesta a quienes me preguntan acerca de mi felicidad. Solamente hasta ese preciso momento cuando hablaba con ellas encontré la respuesta.

¿Sabes por qué?… Porque vivo para el servicio a Dios y a los demás sin esperar nada a cambio de estos últimos; ¡porque esperar siempre duele! Aclaro que con Dios no sucede lo mismo.

La Palabra del Señor dice:

No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe. Gálatas 6:9-10 

Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. Gálatas 5:13 

No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. Filipenses 2:3-4 

La felicidad por lo tanto, se deriva de estar contentos sin menospreciar lo que de Dios hemos recibido. No te entristezcas cuando según tú, recibes en poca cantidad de la mano de Dios. No podemos olvidar que Dios no bendice en cantidad sino en proporción porque:

La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse. Proverbios 10:22 

Además, las Sagradas Escrituras con esa Sabiduría de Dios con la que fueron escritas nos dan este maravilloso consejo:  

Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.» Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?» Hebreos 13:5-6  

Por lo tanto, si admitimos de buena gana la ayuda del Señor, no debe asaltarnos el miedo de lo que pueda hacernos otro mortal, al contrario, debe impulsarnos a hacer el bien, incluidos en la medida que se pueda, aquellos a quienes no gustamos, y aquellos que no son de nuestro agrado.  No permitas que nadie te insulte, te humille, te maltrate o te baje la autoestima. (cuando digo que “no permitas” no quiero decir que tienes que pelear o defenderte, mucho menos vengarte; simplemente no lo recibas y aléjate de esa gente), porque los gritos son el alma de los cobardes, de los que no tienen razón.

Siempre encontraremos gente que te quiere culpar de sus fracasos, y cada uno tiene lo que se merece.

Hay que ser fuertes y levantarse de los tropiezos que nos pone la vida, para avisarnos que después de un túnel oscuro y lleno de soledad, vienen cosas muy buenas. “No hay mal que por bien no venga” decían mis padres.  Por eso, disfruta la vida que es muy corta, por eso ámala, sé feliz y siempre sonríe.

Pase lo que pase con los demás, nunca dejes de practicar el bien, date cuenta de que las orillas de los ríos nunca sufren, ni tampoco se cansan de dejarlos correr libremente.

La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y a admirar sus cualidades.

Recuerda: Antes de discutir. Respira; antes de hablar. Escucha; antes de escribir. Piensa; antes de herir. Siente; antes de rendirte. Intenta; ¡antes de morir VIVE!

Porque a la postre:

Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades. Proverbios 16:32 

Cuando nos enojamos, nos metemos en problemas.

Quien no valora lo que tiene, algún día se lamentará por haber perdido y quien hace mal algún día recibirá su merecido. Si quieres ser feliz haz feliz a alguien, si quieres recibir, da un poco de ti, rodéate de buenas personas y sé una de ellas. ¡Recuerda, a veces de quien menos esperas es quien te hará vivir buenas experiencias!

Nunca arruines tu presente por un pasado que no tiene futuro. Una persona fuerte, sabe cómo mantener en orden su vida. Aún con lágrimas en los ojos, se las arregla para decir con una sonrisa: ¡Gracias a Dios estoy muy bien y soy feliz!

Rvdo. Nicolás Ocampo J.

Pastor

  

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