La Biblia dice:
Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos y quedo a la espera de tu respuesta.
Salmo 5:3 NVILa oración es uno de los regalos más grandes que Dios nos ha dado: la oportunidad de comunicarnos directamente con nuestro Creador. Sin embargo, en nuestro camino, encontramos enemigos sutiles que buscan interrumpir esta conexión vital. A menudo, estos obstáculos no son externos, sino que provienen de nuestra propia forma de vivir y pensar.
1. El Afán:
Uno de los principales enemigos es el afán. Vivimos en una cultura de prisa donde el tiempo es un bien escaso. Nos convencemos de que estamos “demasiado ocupados” para apartar tiempo a solas con Dios. Pero la oración no es una tarea más en nuestra lista; es la fuente que nutre nuestra vida espiritual y nos da la perspectiva correcta para enfrentar el día. Sacrificar ese tiempo es como un atleta que decide dejar de comer para tener más tiempo para entrenar: al final, la falta de alimento lo debilita y le impide alcanzar su meta.
2. La religiosidad:
Otro obstáculo es la religiosidad. A veces, la oración se convierte en un ritual vacío, algo que hacemos por obligación o por miedo. Ya no es una conversación con el Padre amoroso, sino la repetición de palabras sin corazón. Esta mentalidad transforma la oración en una carga en lugar de un gozo. Dios desea una relación genuina, no una actuación. Él no busca tus palabras perfectas, sino un corazón sincero.
3. La Simpleza Espiritual:
La simpleza espiritual también nos afecta. Creemos que lo que podemos ver, tocar y medir es lo único que importa. La oración, un acto espiritual, pierde su peso. Subestimamos su poder y su trascendencia. No entendemos que la oración es una fuerza que mueve montañas, que cambia corazones y que trae el cielo a la tierra. Si viéramos la oración como la fuerza superior que es, priorizaríamos nuestra comunión con Dios sobre cualquier otra cosa.
4. La Escasez de Recursos Bíblicos:
Si no conocemos la Palabra de Dios, no sabemos cómo orar conforme a Su Voluntad. Nuestras peticiones se basan en nuestros propios deseos egoístas, en lugar de en la sabiduría de las Sagradas Escrituras.Finalmente,
5. El Desorden de Nuestras Ideas.
Además, si oramos con un corazón y una mente desordenada, nuestras palabras son confusas y nuestras peticiones carecen de fe. Como un arquitecto que no tiene planos, nuestras oraciones pueden ser una mezcla de peticiones sin coherencia.
Esta acción de hablar sin una dirección, sin un orden debilita nuestra oración.
Superar estos enemigos requiere intencionalidad. Toma el tiempo para estar a solas con Dios, evalúa tu corazón para orar con sinceridad y humildad, y profundiza en la Palabra para alinear tus oraciones con Su Voluntad. De esta manera, tu oración dejará de ser una lucha y se convertirá en la fuerza que te guiará y transformará tu vida porque tendrás la seguridad de tener una Íntima Devoción con Dios.Nuestro Señor Jesús dijo:
Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras.
No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.
Mateo 6:7-8 NVIY el Espíritu Santo por pluma del Apóstol Pablo, escribió:
Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Romanos 8:26-27 NVIOración
Padre Celestial, enséñame a orar.
Te lo pido en el Nombre precioso del Señor Jesús y en el Poder de tu Espíritu Santo, Amén.