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Testigos Mudos

A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu simiente… Deuteronomio 30:19

Al leer la anterior Escritura, encontramos al pueblo de Israel en la cima de un nuevo capítulo en su travesía por el desierto. Entre tanto, Moisés el siervo de Dios que ya se acerca al final de sus días, reúne al pueblo para renovar el Pacto con Dios.

Me llama mucho la atención las palabras dichas por Dios y elegidas por Moisés donde lo que dice es: “A los cielos y a la tierra pongo hoy por testigos contra ustedes; he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Por lo tanto, elige la vida.

Puedo apreciar aquí que Moisés no se limita a presentar una elección entre la vida y la muerte, sino que más bien lo que nos está haciendo es un llamado a elegir una vida de un alto nivel espiritual, de propósitos definidos y un apegamiento amoroso por la Palabra de Dios.

Precisamente este mensaje sigue siendo de suma importancia hoy más que nunca. La vida todos los días y a cada instante nos presenta opciones, y si bien hoy no tenemos a Moisés como guía, sí tenemos Las Sagradas Escrituras y ante todo al Señor Jesús como ejemplo, quien es el cumplimiento de La Palabra de Dios ahora a nuestro alcance, en versiones variadas, con algunas revisiones, pero conservando el Mensaje que siempre será el mismo, lo cual es garantía para brindarnos la sabiduría que viene de parte de Dios, además de brindarnos ese anhelo permanente de leerlas Diariamente, Ordenadamente, Fervientemente y Alegremente.

Lo cierto eso sí, es que cada día tenemos una oportunidad para elegir una vida con sentido, compasión, santidad e integridad. Nuestras acciones y elecciones tienen consecuencias no sólo para nosotros mismos sino también para quienes nos rodean y para las generaciones futuras.

No puedo pasar por alto la siguiente frase que escribí en días pasados: “Cuando tú eliges tomar una decisión, también estas eligiendo las consecuencias”

Creo que, así como los israelitas renovaron el pacto, nosotros también podemos renovar nuestro compromiso de vivir una vida que vaya de acuerdo con nuestros principios cristianos, y nuestra fe, pero ante todo como lo escribe el apóstol Pablo, vivir siempre una vida de santidad sin la cual nadie verá al Señor:

Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. Efesios 4:22-24

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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