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Corazones partidos

El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda. Eclesiastés 10:2 

Transcurrían los años 70 cuando yo estaba como un bebé dando mis primeros pasos en este largo y resistente caminar cristiano, y como es de entender apenas recibía mis primeros alimentos espirituales basados en las Sagradas Escrituras. Especialmente debo resaltar que era común escuchar mensajes por parte de mis pastores o de algún creyente que, frente a la ausencia de estos últimos, era escogido para predicar y que al hacerlo lo exponía al pie de la letra, y que sin malas intenciones dejaba vacíos doctrinales y Bíblicos que lógicamente se prestaban a malas interpretaciones y por supuesto a correr el gravísimo riesgo de falsear la misma Palabra de Dios

Precisamente fue un líder de la iglesia donde yo asistía cuyo nombre recuerdo con toda exactitud (Gonzalo Quirama), quien como conclusión de su mensaje nos dejó a todos los que lo oímos “convencidos” de que Dios en forma misteriosa cambiaba de lugar nuestro corazón quitándolo del lado izquierdo y pasándolo al costado derecho de cada convertido.

Pasé no pocos años con esta enseñanza grabada en mi corazón, aunque no dejo de reconocer que en alguna ocasión me atreví a decirle al Señor si lo que el hermano en mención había predicado era cierto.

Tiempo después, transcurridos muchos años y de estudiar las Sagradas Escrituras y otros libros, entendí que el corazón lo diseñó Dios con dos ventrículos, es decir, con dos cavidades. También entendí que el corazón al que se refería el rey Salomón no era el músculo que bombea el torrente sanguíneo, sino a lo que de nuestro ser se desprendía en forma de sentimientos, palabras y acciones.

Además, entendí que la figura del corazón es la manera como Dios el Señor nos da una sencilla ilustración para que entendamos cosas como que, cada ventrículo está uno al lado derecho y el otro al lado izquierdo. Cada uno representa la inclinación hacia el bien (derecho), y hacia el mal (izquierdo) y como el corazón está en cada ser humano, este puede decidir lo que le parezca correcto.

La palabra del Señor dice:

Hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes. Así vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra de la que vas a tomar posesión. Pero si tu corazón se rebela y no obedeces, sino que te desvías para adorar y servir a otros dioses, te advierto hoy que serás destruido sin remedio. No vivirás mucho tiempo en el territorio que vas a poseer luego de cruzar el Jordán. Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes. Deu 30:16-19 

Y un texto más:

Hoy les doy a elegir entre la bendición y la maldición: bendición, si obedecen los mandamientos que yo, el Señor su Dios, hoy les mando obedecer; maldición, si desobedecen los mandamientos del Señor su Dios y se apartan del camino que hoy les mando seguir, y se van tras dioses extraños que jamás han conocido. Cuando el Señor su Dios los haya hecho entrar en la tierra que van a poseer, ustedes bendecirán al monte Guerizín (ventrículo Derecho) y maldecirán al monte Ebal. (Ventrículo Izquierdo). Deuteronomio 11:26-29

¿Sabes algo? De acuerdo con el texto anterior puedo observar cómo Dios no nos dará la respuesta a esta especie de examen de respuesta múltiple, pero sí nos deja ver claramente cuál es la respuesta obvia. Si obramos en sabiduría, elegimos la bendición prometida a quienes obedecemos al Señor (ventrículo derecho). Por el contrario, si obramos en necedad, es un hecho que estamos eligiendo la maldición por medio de la rebeldía y la desobediencia a Dios. (ventrículo izquierdo)

Pregunta que merece una respuesta: ¿A qué lado tienes tu corazón?

Por supuesto que Dios no quiere de nosotros un corazón partido, es decir, una mitad obediente y la otra mitad desobediente. Él pide completo nuestro corazón obediente.

Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. Proverbios 23:26 

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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