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El Apego

El apego, en la etología (Estudio de la conducta, costumbre y comportamiento del ser), es una vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida entre dos individuos…

por medio de sus interacciones recíprocas, y cuyo objetivo inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza, ya que esto proporciona seguridad, consuelo y protección. No se trata de un sentimiento inmaterial, sino de conductas observables que comienzan de manera refleja.
John Bowlby (1907-1990) fue el primer psicólogo en desarrollar una “Teoría del apego”.

Desde el punto de vista emocional, el apego surge cuando se está seguro de que la otra persona estará ahí incondicionalmente, lo que facilita que aparezcan la empatía, la comunicación emocional y hasta el amor entre estas personas.
Desde el punto de vista cognitivo, la propia existencia de una relación de apego conlleva a la construcción de un modelo mental de dicha relación, una imagen de cómo es el propio niño, representaciones sobre la figura de apego y una teoría mental sobre la imagen que la figura de apego tiene sobre el niño. (Fuente: Wikipedia)

El vínculo de apego suele aparecer entre un niño o niña y sus progenitores/cuidadores. Existe la posibilidad de que la figura de apego cambie a lo largo de la vida. Cada relación de apego tiene sus características específicas, dado que algunos factores como la edad o la interacción tienen mucha influencia.

Pero no así sucede entre la criatura y el Creador; contrariamente cada día debemos sentir más apego por nuestro Señor y Dios, según lo escribe el rey David en el siguiente salmo:

“Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido.” Salmo 63:7-8

Déjame expresarte algo: Dado el comportamiento del ser humano, tenemos la tendencia a perder el apego en nuestra relación como personas, dejando de paso relaciones rotas y más grave aun cuando perdemos nuestra comunión con Dios.
¿Cuáles entonces son los resultados?
Son muy graves, porque cuando perdemos el apego el que por naturaleza tenemos, ya sea hacia Dios o hacia las personas, por necesidad nos apegamos a las cosas.

¿Por qué la mayoría de las veces nos apegamos a las cosas?
Porque perdimos de vista el apego hacia los seres a nuestro alrededor. El resultado de sentir apego hacia las cosas, nos impulsan a llenarnos de las mismas, con el firme sentimiento de no quererlas perder.

Pero lo irracional de este comportamiento es que no nos damos cuenta de que el llenar nuestros vacíos con cosas, nos hace olvidar qué pasaría si en vez de las cosas dejarnos a nosotros, somos nosotros los que tenemos que dejarlas en el momento de nuestra partida de este mundo.

“Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos.” 1Timoteo 6:7

Muchas personas se enternecen y hasta idolatran los objetos inanimados, pero carecen de todo buen sentimiento hacia los demás, y ni se diga hacia el mismo Dios.

¿Ha observado usted que muchas personas en la hora de su muerte sufren al menos por dos razones?
La primera por el apego a las cosas, y otra por el apego a las personas a quienes nunca dieron la más mínima muestra de amor.

Mi recomendación es: menos apego a las cosas, más apego hacia Cristo Jesús y hacia las personas.
Al cielo no entrarán las cosas; al cielo entrarán personas como pueblo santo de Dios. Este es su verdadero propósito.
Observemos bien el consejo que nos da la Eterna Palabra de Dios:

“Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.
Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria.
Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría.
Por estas cosas viene el castigo de Dios.” Colosenses 3:1-6

Este tema del apego me permite pensar que lo sustancial en una relación debe ser entre personas, nunca entre individuo y cosas.

 

Rvdo. Nicolás Ocampo J.

Pastor

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