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El Mesías

Aunque este término ha sido maltratado en su interpretación y también mal usado en algunos ámbitos como por ejemplo para referirse a alguien que ha hecho una hazaña en favor de un pueblo o institución, en el verdadero cristianismo no debemos perder de vista que esa expresión es exclusivamente para identificar al Señor Jesús.

¿Por qué?

Porque en su origen esa palabra es del idioma hebreo y tiene dos significados reveladores para resaltar, aparte de identificar a nuestro Salvador y Señor.

Uno de esos significados reveladores es: “que es alegre” y el otro que es “que hace alegres a los demás”

Me hace verdaderamente alegre saber que el Mesías [Jesús el Señor], es el Ser más alegre y que a su vez, es el Ser que hace alegres a los demás. Por lo tanto, una cosa es conocer del Señor Jesús, pero otra muy distinta es tenerlo en la mente y en el corazón, y obrar conforme a Su Espíritu.

Te invito a que mires dos Escrituras maravillosas que nos deben producir esa alegría que sólo nos puede dar nuestro Mesías Salvador, el Señor Jesús.

El profeta Isaías anuncia algo supremamente importante, que luego lo va a corroborar el Doctor Lucas en su Evangelio. Veamos:

El Espíritu del SEÑOR omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del SEÑOR y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sion. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del SEÑOR, para mostrar su gloria. Isa 61:1-3

Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu, y se extendió su fama por toda aquella región. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo admiraban. Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura, y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.» Lucas 4:14- 19

Precisamente al Mesías, era a quien se referían los escritores de la epístola a los hebreos y de los salmos en su orden:

Has amado la justicia y odiado la maldad; por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría, exaltándote por encima de tus compañeros.» Hebreos 1:9

Tú amas la justicia y odias la maldad; por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros, ¡tu Dios te ungió con perfume de alegría! Salmo 45:7

Ahora entiendo por qué el Espíritu Santo, según lo escribe el apóstol Pablo, nos permite no sólo ser alegres, sino que nos impulsa a hacer alegres a los demás, ayudándonos a producir fruto de Alegría.

En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Gálatas 5:22-23

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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