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¿Existen las crisis para Dios?

Francamente creo que no. En el idioma de Dios no existe la palabra crisis. En nuestro idioma sí. 

Ahora bien, el tema de las crisis no está en nosotros poderlas evitar, pero sí poderlas superar, no por nuestras propias capacidades o recursos sino por la confianza que en Dios hemos puesto.

Las Sagradas Escrituras nos hablan no pocas veces de las crisis en el curso de la historia de la humanidad, derivadas por causas naturales, conflictos entre los pueblos, o simplemente porque Dios así lo determinó en casos específicos para llamar la atención de alguno que desafiando Su Soberanía, asumía una posición de desobediencia o rebeldía.

Hoy por ejemplo hay una palabra de moda para enfrentar la crisis que vive el mundo entero, reinvención. Según dicen los expertos la reinvención se da, precisamente derivada de la capacidad del ser humano a sobreponerse ante cualquier eventualidad adversa. Yo no estoy tan seguro que esto sea así, aunque respeto a quienes así piensan. Más bien, si vamos a pensar en ese término reinvención, creo que para contrarrestarlo lo que debemos hacer es  recuperar nuestra confianza en Dios.

Creo que hemos llegado a unos niveles de autoconfianza tan elevados, que terminamos por construir nuestra propia torre de babel con el único propósito de subir por nuestros propios medios al cielo y hacernos famosos en la tierra. Contra  esa torre de la autoconfianza es de la que Dios el Señor ha mostrado su indignación, porque hemos llegado a tener la capacidad de pensar que cuando estemos sentimental, social o económicamente mal, subimos al cielo a refugiarnos de las dificultades y tormentas, o si es al contrario, queremos tener una vida terrenal a las anchas y de disfrute desenfrenado. Pero gracias al Señor que con Él no funciona así.

Me parece que una de las decisiones que debemos tomar ahora mismo, es volver nuestra confianza en Dios y no dejarnos trastornar nuestro pensamiento por todo aquello que el mundo habla, entre otras cosas porque hoy dicen una cosa y mañana dicen lo contrario, haciendo de esa manera  que la mente humana quede como un juguete  experimental a manera de vaivén muy al estilo cancha de tenis.

Iglesia y apreciados lectores, lo que le espera a este mundo es una prueba muy grande y por lo tanto no debemos dejarnos llevar por lo que allí se dice o se decida. Contrariamente debemos abrir nuestros oídos a lo que dice el Señor Jesús:  

Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.  He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Apocalipsis  3:10-11 

Creo que el anterior texto nos deja muy a las claras que si confiamos en el Señor y en Su Palabra, no habrá crisis, por penetrante que sea, que intente siquiera destruir la iglesia del Señor, de la cual tú eres parte.

Deseo que hoy cuando hemos decidido de parte de Dios reabrir el Templo donde se le Adora a Él,  sea un día muy propicio para decirle al Señor retomando las siguientes palabras del rey David:

Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme. Puso en mis labios un cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. Al ver esto, muchos tuvieron miedo y pusieron su confianza en el Señor. Dichoso el que pone su confianza en el Señor y no recurre a los idólatras ni a los que adoran dioses falsos. Salmo 40:1-4 

Rvdo. Nicolás Ocampo J.

Pastor

  

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