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Inminente regreso

Muchas expresiones podrían usarse al momento de intentar hablar o escribir con respecto al Glorioso Regreso del Señor Jesús. De hecho, no son pocas las Escrituras que nos hablan al respecto y que a las claras nos infunden una precisión tan diáfana,

que no podemos bajo ninguna circunstancia poner en duda, lo que significa la meta de nuestra fe, que es precisamente tan esperado acontecimiento.

 

Pero si bien es cierto que el Regreso del Señor Jesús por su iglesia es la meta de nuestra fe, también lo es que las grandes mayorías de nuestra sociedad compuesta por entes gubernamentales, económicos, industriales y sociales en general, no sólo ignoran este inminente evento, sino que además los que lo saben, lo toman como un motivo para burlarse de los que hemos decidido nuestro caminar tras las huellas de nuestro Salvador y Señor.

 

Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: «¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación.» 2Pe 3:3-4

 

No son pocas las veces en las que me he referido a dicho tema, ya sea a través de los sermones, discipulados, y aun en disertaciones a individuos. En dichas exposiciones siempre hago referencia a algo muy importante, en cuanto a las señales que nos anuncian que el encuentro con nuestro Señor Jesús está siendo anunciado y es precedido por señales que seguramente quienes en su momento oyeron a Nuestro Señor hablar del tema, no entendieron absolutamente nada; pero lo que sí es cierto es que mantuvieron inalterada su fe y su esperanza, en que esto sucedería. Hoy la iglesia compuesta por quienes profesamos nuestra fe en el Dios hecho Hombre, gozamos de ese grandioso privilegio no sólo de oír sino de ver las señales innegables que el Señor Jesús viene por su esposa.

 

Mi muy humilde apreciación es la siguiente: Si los discípulos y demás seguidores mantuvieron su esperanza en el encuentro con Dios, sin ver nada de lo que Él anunciaba, cuánto más nosotros que no solamente las leemos en La Biblia sino tenemos enfrente las evidencias que se mantuvieron ocultas y que ahora las vemos a diario y a toda hora.

 

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron.» Luk 10:23-24

 

De manera que, sea que creamos o no crean, El Regreso del Señor es inminente. Pero además debemos no pasar por alto que, como fieles, estamos entre “dos fuegos”, uno, la boca de los soberbios tratando de menguar nuestra fe en Jesús, o La Eterna Voz de Dios, diciéndonos que avancemos contra viento y marea, luchando por alcanzar nuestra meta. ¿A cuál de las dos voces vas a dar credibilidad?

 

Lo más aconsejable es que escuchemos la voz de Dios que por medio del profeta Amós habló de la siguiente manera: …prepárate para venir al encuentro de tu Dios. Amo 4:12b

  

Rvdo. Nicolás Ocampo J.

Pastor

  

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