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Las palabras

Quiero destacar en esta ocasión acerca del poder de las palabras el cual personalmente me impacta. El rey Salomón escribe:

La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias. Proverbios 18:21

En esta ocasión mi intención es invitarte a que nos traslademos al momento en el que Balak intenta maldecir por medio de Balaam a los israelitas, sin embargo, todo lo que puede decir es:

¡Cuán hermosas son tus tiendas, Jacob! ¡Qué bello es tu campamento, Israel! Números 24:5

En alguna ocasión me pregunté por qué Balaam cambió sus palabras. Creo que Balaam cambió sus palabras en el momento en que él mismo fue testigo al ver la unidad y la armonía entre los israelitas. Moisés nos escribe acerca de la importancia y la disposición que mostramos en asuntos tan privados como los que vivimos al interior de nuestras casas; qué tan dispuestos estamos en tener bien organizado ese entorno de nuestro hogar, porque permítame decirle que de la forma en que tengamos organizada nuestra casa depende el respeto que mostramos por nosotros mismos y hacia los demás miembros de la familia. El hogar es el lugar de nuestra privacidad. Parece menos importante, pero de acuerdo a la belleza y lo organizada que tengamos nuestra casa hace que el enemigo en vez de amañarse, se vaya lejos del hogar.

En razón a lo anterior, es que nuestra responsabilidad sea transformar nuestro aspecto externo al reconocer y apreciar conscientemente las virtudes y actitudes de quienes nos rodean.

Se me ocurre pensar, además, que si la casa está hermosa no importa qué tan sencilla sea, hace que se reniegue menos, se aprecie más y por lo tanto en vez de maldecir, vamos a bendecir, porque al Señor Jesús el dueño de nuestra casa y de nuestra vida, le gusta vivir en “una casa” sencillamente limpia, y donde Él reina, ninguna maldición logra penetrar, ni locativa ni personalmente.

Deseo pues, que para neutralizar algunos “balaames” ya sea externos o internos, mostremos disposición hacia la bendición, nunca a la maldición, reconociendo las virtudes y fortalezas de los demás, incluida nuestra familia y claro incluyéndonos a nosotros mismos ya que de esa manera contribuimos a fomentar más respeto, unidad y armonía.

Creo que el deseo de Dios y mío también es que podamos rectificar las palabras que con sentido negativo y a manera de maldición podríamos haber dicho en el pasado hiriendo sin razón a quienes amamos, y que nuestras palabras de aliento, admiración y apoyo incondicional, llenen de fortaleza invencible la vida de nuestra familia y por qué no, la nuestra también. Por supuesto que esto también aplica a otros ámbitos como la iglesia, el trabajo, el vecindario, la calle y todos aquellos lugares donde estemos a los que hayamos sido llamados a ser Sal y Luz.

Deseo además que tu casa y tu familia permanezcan tan hermosas, que lo último que quisiera hacer satanás fuera maldecirte, mucho menos querer vivir allí.

Ten presente que Dios el Señor te ama demasiado por lo tanto:

…El SEÑOR tu Dios se negó a escuchar a Balaam y convirtió esa maldición en bendición, porque el SEÑOR tu Dios te ama. Deuteronomio 23:5

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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