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Los diez mandamientos – I Parte

Para esta ocasión y creo que para otras más, te comparto la admirable e indudable profundidad de La Eterna Palabra de Dios, específicamente en cuanto a los Diez Mandamientos, los cuales comúnmente conocemos desde el Libro de Éxodo capítulo 20, pero que al observar algunos episodios en el libro de Génesis no me cabe duda de que, desde muchos años antes ya Los Mandamientos de Dios eran ampliamente conocidos, además de temidos y tenidos presente para llevar una vida que agradaba a Dios.

Empiezo con el patriarca Abraham que vivió quinientos (500) años antes de que el Señor diera La Ley a Moisés en el Monte Sinaí, cómo guardaba los mandamientos de Dios. Veamos lo que dice el Señor:

Yo haré esto porque Abraham me escuchó y obedeció todos mis requisitos, mandatos, decretos e instrucciones». Génesis 26:5  (NTV)

En este día mientras lees mi saludo te invito a que observes algunos incidentes, relatados en Génesis, que demuestran que los Diez mandamientos, ya eran desde los orígenes del mundo.

En primer lugar: NO adorar dioses ajenos.

Te invito a que demos un paseo por el Libro de Génesis y en el capítulo 6 encontramos detalladamente aquel momento por el cual pasó el mundo cuando  fue exterminada la humanidad como consecuencia de haber abandonado al Dios Verdadero. También encontramos en Génesis 11 el relato de la construcción de la Torre de Babel, lo cual es otra muestra de la condena a la que fue sometida la humanidad a causa de haber abandonado a Dios.

En segundo lugar: NO practicar la idolatría.

Si Jacob consideró que era pecado tener los ídolos que Raquel había robado a su papá, y los enterró, demuestra que ya se conocía el mandamiento a través del cual Dios el Señor prohibía la adoración a otros dioses que no fueran Él. Veamos algunos versículos:

En el momento de partir, Labán estaba lejos, esquilando sus ovejas. Así que Raquel robó los ídolos de familia de su padre y los llevó consigo. Génesis 31:19 (NTV)

Puedo entender que sientas que debes irte y anhelas intensamente la casa de tu padre, pero ¿por qué robaste mis dioses? Génesis 31:30  (NTV)

Entonces Dios dijo a Jacob: «¡Prepárate! Múdate a Betel, establécete allí y edifica un altar a Dios, quien te apareció cuando huías de tu hermano Esaú». Entonces Jacob les dijo a todos los de su casa: «Desháganse de todos sus ídolos paganos, purifíquense y pónganse ropas limpias. Ahora vamos a Betel, donde edificaré un altar al Dios que respondió a mis oraciones cuando yo estaba angustiado. Él ha estado conmigo en todos los lugares por donde anduve». Entonces le entregaron a Jacob todos los ídolos paganos que conservaban y también los aretes, y él los enterró bajo el gran árbol que está cerca de Siquem. Génesis 35:1-4  (NTV)

En tercer lugar: NO blasfemar.

Recordemos la conducta de Esaú el mellizo de Jacob, la cual encontramos en el siguiente bloque de versículos:

Los muchachos fueron creciendo, y Esaú se convirtió en un hábil cazador. Él era un hombre de campo, pero Jacob tenía un temperamento tranquilo y prefería quedarse en casa. Isaac amaba a Esaú porque le gustaba comer los animales que cazaba, pero Rebeca amaba a Jacob. Cierto día, mientras Jacob preparaba un guiso, Esaú regresó del desierto, agotado y hambriento. Esaú le dijo a Jacob: —¡Me muero de hambre! ¡Dame un poco de ese guiso rojo! (Así es como Esaú obtuvo su otro nombre, Edom, que significa «rojo»). —Muy bien —respondió Jacob—, pero dame a cambio tus derechos del hijo mayor.  —Mira, ¡me estoy muriendo de hambre! —dijo Esaú—. ¿De qué me sirven ahora los derechos del hijo mayor? Pero Jacob dijo: —Primero tienes que jurar que los derechos del hijo mayor me pertenecen a mí. Así que Esaú hizo un juramento, mediante el cual vendía todos sus derechos del hijo mayor a su hermano Jacob. Entonces Jacob le dio a Esaú guiso de lentejas y algo de pan. Esaú comió, y luego se levantó y se fue. Así mostró desprecio por sus derechos del hijo mayor. Génesis 25:27-34 (NTV)

Aunque en los textos mencionados no aparece la palabra blasfemia, en la epístola a los Hebreos el escritor nos habla de ese pecado de actitud o de conducta blasfema que tuvo Esaú:

Asegúrense de que ninguno sea inmoral ni profano como Esaú, que cambió sus derechos de primer hijo varón por un simple plato de comida.  Hebreos 12:16 (NTV)

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  


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