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Mi hermano y yo

Cuánto amamos a nuestros hermanos y qué diferentes somos, aunque seamos hijos de un mismo papá y una misma mamá.

Al momento de escribir este saludo, vino a mi memoria una canción que escuché cuando aun era niño interpretada por Raphael Martos de España titulada “Mi Hermano” y que en uno de sus párrafos dice así:

Mi hermano, es diferente a mí, Mi hermano, sé que es mejor que yo,  Es todo bondad, es todo dulzura, Sus ojos se nublan si me ve llorar.

Finalizando la canción encontramos esta otra estrofa:

Mi hermano, da todo por mi bien, Mi hermano, va siempre junto a mí Y cuando la paz termina en mi vida, Él hace que ría y olvide mí mal, Mi hermano, mi hermano.

Inevitablemente pensar en varias parejas de hermanos en la Biblia como: Moisés y Aarón; Jacob y Esaú; Caín y Abel.

Precisamente estos últimos son la primera pareja de hermanos, que representa algo más que a ellos mismos: uno es pastor, el otro agricultor. Otra notable diferencia es que Abel se movía de un lado al otro mientras que Caín era más quieto. Caín necesita proteger sus cultivos y Abel busca nuevos pastos para el sustento de sus rebaños.

Adentrémonos un poco a las costumbres de esta original familia que a pocas vueltas poco se habla de ellos en conjunto y su relación con Dios.

Cuando estudiamos las Sagradas Escrituras nos encontramos con este texto un tanto sorprendente:

Ahora bien, Adán* tuvo relaciones sexuales con su esposa, Eva, y ella quedó embarazada. Cuando dio a luz a Caín, dijo: «¡Con la ayuda del SEÑOR, he tenido* un varón!». Tiempo después, dio a luz al hermano de Caín y le puso por nombre Abel. Cuando crecieron, Abel se hizo pastor de ovejas, mientras que Caín se dedicó a cultivar la tierra. Al llegar el tiempo de la cosecha, Caín presentó algunos de sus cultivos como ofrenda para el SEÑOR. Abel también presentó una ofrenda: lo mejor de las primeras crías de los corderos de su rebaño. El SEÑOR aceptó a Abel y a su ofrenda, pero no aceptó a Caín ni a su ofrenda. Esto hizo que Caín se enojara mucho, y se veía decaído. Génesis 4:1-5

Ha habido muchas interrogantes planteadas en cuanto a la aceptación por parte del Señor hacia la ofrenda de Abel y al rechazo de la ofrenda de Caín. Pues yo también tengo mi propia pregunta:

¿Por qué la ofrenda de Abel fue vista con agrado por Dios y la de Caín no?

Para responder, creo necesario que nos vamos unos años antes que nacieran Caín y Abel, cuando Dios el Señor hizo el primer sacrificio.

Y el SEÑOR Dios hizo ropa de pieles de animales para Adán y su esposa. Genesis 3:21

Dios vistió con piel de animal a Adán y Eva. Al hacer esto, El Señor le mostró y enseñó a Adán que mediante la muerte de un animal limpio y que obviamente no tiene pecado, el hombre hace manifiesto que es un pecador. Es un acto de humildad y reconocimiento del pecado.

Ese animal fue sacrificado en su lugar. Lo que el animal está sufriendo tenía que ser soportado por el hombre que es culpable de pecado. La correcta traducción del texto hebreo dice que Abel y Caín ofrecieron una ofrenda, y que aparte de esto, Abel trajo de los primogénitos de su rebaño, y fue por esto solo que él reconoció que era un pecador.

A diferencia de Caín, Abel reconoció que él tenía pecado, y por esa humildad Dios el Señor vio con agrado la ofrenda de Abel.

El asunto puedo concluirlo en que la única manera que agradamos a Dios es aceptar que hemos pecado y reconocer que no es por nuestra cuenta, ni es por nuestro capricho que nos salvamos, sino por el Sacrificio inigualable del Cordero de Dios Cristo Jesús, en la Cruz del Calvario. No en vano el apóstol Juan escribe:

…Si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, llamamos a Dios mentiroso y demostramos que no hay lugar para su palabra en nuestro corazón. 1Juan 1:9-10

Diferencias entre hermanos siempre las habrá, sin embargo ante la salvación no se admite ninguna de ellas.

 

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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