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Muerte con dignidad – Parte III

…pueden tomar medidas que acelerarán o podrían acelerar la muerte.

 

  • En primer lugar, se pueden administrar analgésicos como la morfina, a pesar del riesgo de que pueda inducir a un paro cardíaco, siempre que la dosis no sea definitivamente letal y que no se la administre con el propósito de terminar la vida.
  • Segundo, un paciente puede someterse a un procedimiento peligroso, que pone en riesgo su vida, si cuenta con una leve esperanza de cura, aunque no es obligatorio hacerlo.
  • Tercero, la Palabra de Dios permite orar pidiendo que Dios libere a la persona de su dolor y miseria.

¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará. Santiago 5:14-15

  • Cuarto, bajo circunstancias estrictamente definidas, se puede suspender un tratamiento de soporte vital (o que prolongue la muerte), como quimioterapia o antibióticos y se puede firmar un permiso de no reanimar. Sin embargo, como señalé antes, todo esto está muy lejos del hecho de terminar con la vida de forma activa.

Bajo todas estas interpretaciones, sólo el dolor y el sufrimiento, sin importar cuán severos sean, no justifican el suicidio ni la “muerte digna”. No debemos por lo tanto, respaldar el “asesinato por piedad” en forma de eutanasia ni de suicidio.

Mi consejo es que por muy difíciles que sean los momentos por los cuales atravesamos siempre debemos afirmar la vida, buscar la chispa de esperanza dentro de la más profunda oscuridad, y si bien nadie puede atreverse a juzgar y condenar personalmente a quienes no pudieron soportar las terribles vicisitudes de la vida, tampoco podemos condonar ni alentar lo que se considera una profanación y una abominación a lo que de Dios hay en nosotros.

“Que Quien me dio la vida me la quite”. Nuestra tarea como iglesia es : amar, alentar, fortalecer, brindar esperanzas en Jesús a todos sin excepción. Sin embargo, teniendo consciencia de nuestras limitaciones, no debemos invadir el campo exclusivo de Dios y Su Perfecta Voluntad.

 

Rvdo. Nicolás Ocampo J.

Pastor

  

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