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Un milagro

Poco tiempo después, los hermanos de José fueron hasta Siquem para apacentar los rebaños de su padre. Cuando ya llevaban un buen tiempo allí, Jacob le dijo a José: —Tus hermanos están en Siquem apacentando las ovejas. Prepárate, porque te enviaré a verlos. —Estoy listo para ir —respondió José. —Ve a ver cómo están tus hermanos y los rebaños —dijo Jacob—. Luego vuelve aquí y tráeme noticias de ellos. Así que Jacob despidió a José, y él viajó hasta Siquem desde su casa, en el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquem, un hombre de esa zona lo encontró dando vueltas por el campo. —¿Qué buscas? —le preguntó. —Busco a mis hermanos —contestó José—. ¿Sabe usted dónde están apacentando sus rebaños? —Sí —le dijo el hombre—. Se han ido de aquí, pero les oí decir: “Vayamos a Dotán”. Entonces José siguió a sus hermanos hasta Dotán y allí los encontró. Génesis 37:12-17

En esta porción de las Escrituras, el foco está en el hijo de Jacob, llamado José, el cual se hizo famoso entre otras cosas por lucir su túnica de colores variados, lo cual despertó la envidia de sus hermanos, además de que José se destacaba por ser intérprete de sueños.

Cuando José es enviado por su padre Jacob para ver cómo estaban sus hermanos en Siquem, al llegar se le acerca un hombre. José le pregunta si sabía dónde estaban sus hermanos. El hombre le responde que se habían ido a Dotán, lugar al que posteriormente se dirigió José.

Yo creo que la mayoría de los que hemos leído y releído esta historia nos hemos preguntado alguna vez, quién era este hombre y por qué estaba allí.

En mi respetuosa opinión creo que esta aparición no fue accidental. Creo que Dios lo puso allí para ayudar a José a encontrar a sus hermanos y de esa manera poner en marcha todos los eventos que ocurrieron después. (Sugiero leer toda la historia de José)

José es arrojado a un pozo por sus propios hermanos, vendido como esclavo, y termina en la casa de Faraón en Egipto, desde donde salva al pueblo de Israel de la hambruna.

Nunca sabemos cuándo un encuentro con alguien o un simple acto de bondad puede milagrosamente cambiar nuestras vidas y la de quienes nos rodean.

El hombre que ayudó a José en su viaje fue parte de lo que finalmente lo llevó a salvar al pueblo de Israel de una inminente desgracia a causa de la hambruna.

Quizás encuentros aparentemente insignificantes pueden ser parte del plan de Dios para tu vida. También podría ser que seas tú quien usado por Dios eres esa persona que pueda influir de buena manera en la vida de otra persona.

Que hoy sea una linda oportunidad para recordar los milagros del Señor Jesús, y ser conscientes de los milagros que Él ha obrado en nuestras propias vidas, pero además que seamos esos instrumentos en las manos de Dios y hagamos lo posible para que los milagros sucedan en las personas que nos rodean.

Cuando te encuentres con una persona, piensa si no es esa la oportunidad que Dios está otorgando a ambos. Uno para hablar y otro para oír el Mensaje del Evangelio y de allí se produzca el primer milagro en esa persona. El milagro de la Salvación provista por Cristo el Señor.

Rvdo. Nicolás Ocampo J.
Pastor
  

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